Capítulo 2.

983 48 2
                                    

Me desperté con las sábanas enredadas por todo mi cuerpo. Salí de la cama y fui al baño, tenía maquillaje por toda la cara, el pelo revuelto y un dolor en la cabeza terrible. Resoplé y gruñí levemente. Me desvestí y me duché. El agua se deslizaba por mi cuerpo, se llevaba consigo los restos de maquillaje y el olor a noche. Necesitaba quitarme toda la sensación nocturna para intentar empezar el día, aunque fueran las 3 de la tarde.

Salí de la ducha y empecé a secarme y cambiarme allí mismo. Todo justo me había puesto la ropa interior cuando Paula irrumpió en el lavabo con torpeza.

-Uy, perdón.-dijo al darse cuenta de que estaba yo dentro.

Hizo el gesto de salir del baño.

-No, tranquila, me termino de cambiar en mi habitación.-dije sonriendo.

Me miró de arriba a bajo y sonrió.

-Solo quería lavarme la cara, si quieres, no es necesario que te vayas.-dijo con una sonrisa.

-Bonita manera la tuya de disimular tus ganas de verme así.-dije guiñándole un ojo.-Pero necesitas más que alguien te prepare un ibuprofeno y la comida, que tienes una cara de resaca que no puedes con ella.-dije riendo.

-Idiota.-dijo riendo.

-Pero llevo razón.-dije saliendo del baño.

Me terminé de vestir y me peiné un poco, fui hacia la cocina y preparé dos ibuprofenos, uno para Paula y otro para mí, de paso, preparé algo de comer. Una ensalada de pasta y algo de pollo a la plancha, tampoco tenía el estómago para comidas pesadas y dudo que Paula o Álvaro cuando se levantase, lo tuvieran para mucho más.

-Vaya, vaya, menuda cocinitas tenemos en el piso.-dijo Paula.

Me giré y la vi apoyada en el marco de la puerta, sonriente, con el pelo revuelto, la camiseta ancha con la que había dormido un tanto arrugada y el azul de sus ojos más oscuro de lo normal. Sonreí.

-Aquí tienes tu ibuprofeno, intrusa.-dije ofreciéndole una pastilla junto con un vaso de agua.

-¿Intrusa?-preguntó alzando las cejas.

-¿Quién sino ha entrado en el baño mientras estaba en ropa interior? ¿tu gemela?-pregunté divertida.

-Pobre de ella.-dijo riendo.

Reí y volví a girarme hacia los fogones donde la pasta estaba hirviendo. Mientras terminaba de preparar la comida, Álvaro se despertó. Estaba igual o peor que Paula y yo. Se tomó un ibuprofeno y se recogió el pelo en un moño. Apenas habló. Comimos y Álvaro volvió a irse a dormir. Paula y yo, ya más despejadas decidimos ir a dar una vuelta.

Pese a ser septiembre, el frío ya se había instalado en la capital catalana y por tanto, ya habíamos rescatado del armario nuestras mejores sudaderas. Fuimos a pasear por las ramblas, Paula quedó enamorada del ambiente de estas y yo disfrutaba de la libertad que respiraba Barcelona. Era otro rollo. Después de un rato paseando fuimos a la terraza de un bar, pedimos un par de cafés calientes. En lo que nos servían me encendí un cigarro. Di la primera calada, exhalé el humo lentamente y procurando no molestar a Paula con este.

-¿Por qué vinieste a Barcelona? Osea, siendo de Madrid, joder, es la capital, mejor que allí...-dijo Paula rompiendo el silencio.

-Necesitaba salir de allí. Deshacerme de ciertas cosas, de ciertas personas.-dije dándole otra calada a mi cigarro.

La camarera no tardó en aparecer con los cafés. Era una chica rubia oscura, ni muy baja ni muy alta con unos bonitos ojos azul muy claro y una gran sonrisa. Muy amablemente nos sirvió los cafés y se marchó recordándonos que si necesitábamos cualquier cosa, le avisáramos.

INDOMABLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora