Capítulo 5.

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Vanesa me miraba divertida.

-Paula, te odio.-dije mirando hacia el flash.

-ESA MALÚÚÚÚ.-volvió a repetir.

Cambio a la cámara interior, se le iluminó la cara.

-ES MI AMIGA SEÑOREEEEES.-dijo mientras reía.

Empecé a reír ante tal vídeo, no podía odiarla, al fin y al cabo, era Paula. Al final, te acostumbras a ella y sus locuras. Paula era vitalidad, risa y vida, era de ese tipo de gente de la que quieres rodearte siempre, de la que te alegras de conocer, de la que miras mientras mantienes una charla de rescate y piensas "menos mal que te tengo...". Al poco se dio media vuelta y se fue debido a que sus compañeras de clase le llamaron.

Volví a girarme hacia Vanesa. Empezó a sonar "Una Lady como tú" en la discoteca. Ella sonrió de lado.

-¿Te vas a poner romántica?-le pregunté ante la sonrisa producida por la canción.

-¿Ni borracha dejas de ser tan rompe-momentos?-preguntó sonriendo.

-Nací rompiendo momentos.-respondí acercándome a ella.

Volvimos a besarnos, esta vez ya menos enfadada, con algo más de delicadeza.

Cuando nos separamos, acercó su boca a mi oreja.

-¿Te vienes conmigo?-preguntó.

-Uy, ¿dónde quieres llevarme?-respondí curiosa.

-Las sorpresas no se cuentan.-dijo sonriendo.

-¿Y he de fiarme de ti?-respondí vacilante.

-Te daré diez segundos para que lo decidas. Yo me iré sí o sí, tú decides si te fias de mí y te quieres escapar conmigo. Diez segundos, Malú.-dijo con su mirada posada en mis pupilas.

Le miré con detenimiento y me bastó un solo segundo para decidirlo. Mi intuición me decía que debía abrir de nuevo mis alas rotas. Agarré su mano y me acerqué a su oreja.

-¿Qué hago si me sobran nueve?-pregunté.

Sonrió y apretó mi mano. Salimos de la discoteca, nos acercamos a una moto. Vanesa abrió el maletero de la moto.

-¿Es tuya?-pregunté.

-¿Tengo pinta de robar motos?.-respondió riendo.

-Imbécil.-respondí riendo.

Me tendió un casco.

-Ahora que lo dices... Un poco sí eh.-respondí entre risas.

Ella negó con la cabeza mientras se colocaba el casco. Se sentó a horcajadas en la moto, le dio al contacto y me miró, ya que yo seguía quieta mirándola.

-La belleza no se pega, ¿lo sabes no?-dijo divertida.

-Qué creído te lo tienes.-dije poniendo los ojos en blanco.

Me senté detrás de ella, a horcajadas y abrazándome a su cintura. Arrancó rápido, colándose entre las calles de una Barcelona dormid. Pasamos por las ramblas, donde algunos todavía paseaban. Una brisa fría me recorrió el cuerpo. Me abracé más a ella y me acomodé en su espalda. Así me mantuve hasta que llegamos a una zona un tanto desierta donde de pronto, frenó y apagó el motor. 

-¿Y ahora qué?-pregunté.-Estamos en mitad de la nada, alejadas del centro.

Se bajó de la moto y sonrió.

-No sonrías, di algo, ¿no?-dije empezando a ponerme nerviosa.

Continuó sonriendo, sin decir ni media palabra.

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