10 - Recuerdos que duelen

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"Hay cosas que nunca se olvidan"

-¡Ya sal de dónde sea que estés!- gritó, convencida de que no estaba loca, convencida de que había alguien allí. Él joven salto de la copa de un árbol que no estaba lejos de ella. Fuu abrió la boca con sorpresa. Se le heló la sangre y se le paralizaron los músculos al reconocer a la persona que la estaba intimidando. Lo observó de arriba abajo, hasta que se detuvo en sus expresivos ojos miel. - Fe... Ferio...- el joven sonrió con dulzura.

-Tenía muchos deseos de verte...- dijo el joven. Fuu no se movió. - Estas tan hermosa como siempre...- El joven se acercó a ella y la abrazó con fuerza. Los ojos de Fuu se llenaron de lágrimas, pero aún no podía reaccionar. - Te extrañé tanto.

-Yo también... Yo también te extrañé. - dijo por fin, entonces también lo abrazó. Después de algunos segundos, Ferio se separó de ella y la miró tiernamente. Limpió sus lágrimas con el pulgar y acercó lentamente sus labios a los de ella, hasta que se fundieron en un tierno beso.

Caminaron durante horas, como una simple pareja japonesa. Fuu lo llevó a los lugares más lindos de su ciudad, Ferio estaba maravillado de conocer el reino de su princesa. Todo parecía ser demasiado extraño para él, tan diferente. Los robots andaban por las calles, ¡llevando gente común! Las casas altísimas de los pobladores de Mundo Místico no dejaban de llamarle la atención. Tokio era una ciudad muy ruidosa para su gusto. No podía entender como ellos podían vivir así. No se escuchaba el cantar de los pájaros ni el resoplar del viento. Además, había demasiados olores artificiales, que no le permitían respirar la naturaleza. Fuu no lograba comprender como podía sorprenderle las cosas que ella veía todos los días.

Estaba anocheciendo cuando llegaron a una plaza cercana a la casa de Fuu. A esas horas ya no había niños jugando, así que se sentaron en los columpios. Fuu miró al horizonte en silencio. El sol se ocultaba detrás de los grandes edificios de la metrópoli japonesa. Entonces cayó en la realidad de lo que estaba viviendo. Entonces despertó del sueño en el que había estado todo el día.

-¿Cómo? ¿Cómo es posible que estés aquí? ¿Cómo, si el portal está cerrado?

-Él amor todo lo puede Fuu, no tiene fronteras... Yo sólo deseaba ver a mi princesa...

-En serio... Dime cómo...

-¿Quieres arruinar este momento mágico?

-Sólo quiero saber...

-Geo me trajo, en una de sus naves, la única que puede atravesar dimensiones para llegar hasta aquí.

-¿Geo?

-Siendo el rey de Céfiro es normal que mantenga ese tipo de relaciones con los gobernantes de los demás planetas. Céfiro ha ayudado mucho a Autosam, es por eso que no pudo negarse, a pesar de lo costoso y riesgoso que es este tipo de viajes. Ellos no suelen venir hasta aquí, la gente de Mundo Místico es muy paranoica y a menudo suelen ver a las naves de otros mundos como amenazas, eso fue lo que me dijo. - A Fuu le pareció un poco descabellada la explicación, pero a esas alturas ya nada le sorprendía.

-Pero, ¿Qué hay de Céfiro?

-Hikaru hizo un buen trabajo al darles el poder de gobernarse a sí mismos. - Fuu miró al suelo en señal de tristeza. Ferio era el rey de Céfiro, y tendría que volver en algún momento.

-¿Y cómo harás para volver?

-No pienso volver... Este fue un viaje de ida. Geo me dijo que podría arriesgarse a volver.

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