18 - Profundo como el Océano

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Observaba, desde lejos, como su pequeña jugaba en el jardín con los hijos de Caldina. Los últimos años de su vida habían sido muy duros. Demasiada presión sobre sus hombros, demasiadas cosas que hacer, demasiadas responsabilidades, muy poco tiempo. Su trabajo en la oficina, sus estudios de relaciones internacionales y comercio exterior, los cursos extra, el poco tiempo que le quedaba para Himeko. Esta inesperada visita a Céfiro comenzaba a asimilarse a unas vacaciones, tal vez no muy gratas, pero vacaciones al fin, una oportunidad para pasar tiempo con ella, para descansar de esa pesada mochila. De pronto se sintió culpable por tener tan poco tiempo para ella, de verse obligada a mandarla las actividades extracurriculares por no tener quien la cuide, de que pase sus veranos en colonias. Pero, ¿acaso hay otra opción para una madre trabajadora?

Miró el cielo, parecía que se avecinaba una tormenta, había estado así los últimos días. Notó que algunas plantas se marchitaban y otras veían morir sus flores sin que nazcan nuevas. Céfiro estaba más inestable que nunca. Esas vacaciones podían asimilarse más a una pesadilla. Después de todo, siempre era igual, Céfiro siempre significaba tristeza y sufrimiento. Eso le provocaba tener a Ferio tan cerca y, a la vez, tan lejos. Pero no podía negar que se veían bien juntos, que había algo especial entre ellos. No podía ni pensarlo, no sería justo. Jie era su padre, siempre había sido así, y él tenía más derechos.

Sintió que alguien se sentó en las escalinatas, a su lado. Volteó a ver. Hikaru no se veía nada bien, se notaba que no había dormido. Tal vez ella se veía igual.

-Se la ve feliz, comentó la pelirroja sin sacar la vista de los niños. Fuu guardó silencio mientras volvía a mirar al frente. - No crees que es el momento de-

-No, las cosas están bien como están.

Ella merece saber. El destino quiso que estemos aquí, quizá mañana no estemos más, ¿quién sabe? Quizá en diez años vuelvan a necesitarnos quizá nunca más volvamos, ¿vas a negarle la posibilidad de conocer a su verdadero padre?

-Temo por la reacción que Ferio pueda tener. El sistema de gobierno ha cambiado, pero Céfiro, en el fondo, sigue siendo el mismo. Himeko lleva "sangre azul", lleva la sangre de Esmeralda. Temo que quieran darle su lugar, y lo único que yo deseo es que lleve una vida normal.

-¿Realmente crees que Ferio quiera que su hija sufra lo que sufrió Esmeralda?

-No lo sé...

-De acuerdo, pero no olvides que seguimos en Céfiro y vivimos bajo el mismo techo. ¿Y si él termina adivinándolo?

-Lo negaré

-Eso no siempre funciona

-No hay nada que pruebe que es su hija. - la rubia se puso de pie.- ¡Himeko! ¡Ya vámonos!

-Mamá, estoy jugando.

-Es muy tarde, vamos a comer algo y luego a dormir.- dijo con tono molesto. Entonces Himeko se despidió de sus nuevos amigos y siguió a su madre al interior del palacio

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Observaba el atardecer por una de las ventanas mientras bebía una taza de té verde. Admiraba el bello paisaje con el que tantas noches había soñado.

-Céfiro, tan bello como lo describen las memorias, tan bello que ni siquiera el caos puede opacarlo.

-¿Para que la quieres ahora? La corona ya no existe... no hay nada por lo que puedas intercambiarla.

-Ella es el tesoro más preciado del viejo Clef. Él sigue siendo el máximo poder aquí y es capaz de hacer cualquier cosa por ella.

-¿Y cómo te entregará el poder si la corona no existe?

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