21 - Amor rebelde

372 8 1
                                        


Los rayos del sol se filtraban por las finas cortinas. Aun seguía allí, enredada entre las sábanas de seda blanca del máximo mago, abrazándolo como si fura a escaparse y recostada sobre su fuerte pecho lampiño. Conversaban pacíficamente, era increíble como en la intimidad de ese cuarto podían tener la relación perfecta, mientras que el resto del día peleaban como niños pequeños.

-Las mazmorras del palacio se están llenando de rebeldes.- dijo el mago con tono de procuración. Umi suspiró.

-Ráfaga está haciendo un buen trabajo... No hay víctimas en sus batallas, sólo algunos heridos leves.

-Esto no está funcionando, el hechizo es demasiado fuerte, Caldina lo ha intentado de mil maneras, pero ni siquiera yo tengo idea de cómo romperlo.

-Tendremos que esperar a encontrar a Kasumi, sé que Latis lo hará... Mientras tanto es mejor tenerlos aquí a que estén libres provocando revueltas. Al menos disminuimos sus fuerzas. Aunque en relación sea una baja insignificante, vale la pena.

-¿Desde cuándo eres tan optimista?

-Debes confiar en Ferio y en quienes te rodean.

-Confío, pero no estoy acostumbrado a ser un parásito que sólo se dedica a descansar.

-No eres un parásito. - Umi levantó la cabeza para mirarlo a los ojos.- Has hecho mucho por Céfiro, incluso entrenar a un maravilloso rey. Ahora le toca a él, Céfiro está en buenas manos... Además... no te la estas pasando mal en tu recuperación. - Umi besó sus labios. - ¿O sí?- el mago sonrió y volvió a besarla, mientras abrazaba su cintura. Umi intensificó el beso, como queriendo llegar a más, pero él la detuvo separando sus labios de los de ella. - ¿Qué ocurre?

-Es demasiado tarde, ya ha amanecido.

-Mi sueño de amanecer contigo se ha cumplido.

-En serio Umi, deberías irte, antes de que alguien note tu ausencia. - Umi suspiró. Ese jueguito de la relación secreta estaba aburriéndola un poco, aunque lo entendía. En esos días juntos había aprendido a conocerlo mejor, había llegado hasta su corazón. Había entendido que, detrás de esa fría y seca personalidad, había un corazón roto, una infancia y adolescencia difíciles, una vida llena de responsabilidades y unos padres que, desde su más tierna infancia, le habían repetido una y otra vez que su vida no le pertenecía, sino que era de Céfiro, que no debía enamorarse nunca, que no debía amar a nadie más que a Céfiro. Esa era la razón por la que había aceptado guardar el secreto.

-De acuerdo. - dijo bajando de la cama y dándole la espalda. El mago observó su cuerpo desnudo, su figura perfecta. ¡Por Seres! Claro que quería tenerla el día entero y no sólo por las noches. Claro que quería volver a hacerla suya en ese mismo momento. Pero aun sus preocupaciones y el qué dirán eran muy importantes, aun le preocupaba que su gente sepa que había abandonado el celibato, le preocupada que eso pudiera opacar su imagen y credibilidad.

Umi se vistió rápidamente sin mencionar palabra, no quería molestarse con él, pero era tarea difícil, sobre todo para una persona con su temperamento y a la que poco le importaba el qué dirán. Y más allá de que entendía que sus prejuicios tenían que ver con la forma en que fue criado, su actitud no dejaba de dolerle.

-No te enojes, sirena. - dijo notando su molestia. Pero ella se dirigió a la puerta sin hablar. - ¡Umi!- levantando el tono de voz y sentándose en la cama.

-No me enojo. - contestó sin voltear, tratando de contener sus lágrimas. - Pero me duele saber que te importa más lo que piensen los demás.- Sin decir más se retiró del cuarto, dejando al mago sin palabras. ¿Qué podía decir? Ella tenía razón, una vez más había lastimado a la persona que más amaba en el universo.

DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora