17 - La historia que no nos contaron

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Después de varios minutos, comenzó asentirse incómodo con la mirada de las dos guerreras y el espadachín al que solía llamar su mano derecha. La situación estaba tensa, demasiado para su gusto.

-En algún momento tendrás que hablar.- retumbó la voz penetrante de Latis en su cabeza.

-Ellas ya saben lo que ocurrió, ¿qué más puedo decir?

-Ellas merecen una explicación. Han salvado a Céfiro en dos oportunidades sin obtener nada a cambio, no puedes dejarlas al margen... ya ves lo que pasó con Umi.

-¡Ya basta Latis! ¡Ya deja de ser mi conciencia! - gritó el gurú ante la mirada sorprendida de sus discípulas. Segundos después se sintió abochornado por su torpeza.

-¿Y bien, Gurú Clef?- dijo Hikaru con una notoria preocupación.- ¿Tienes alguna idea para rescatarla?- el mago guardó silencio. Recordó como Hikaru había llegado hasta el cuarto de la corona justo cuando Ryota se llevaba a Umi. Ella había llegado hasta allí guiada por los sentimientos encontrados en el momento de la destrucción de la corona. No en vano era la última elegida.

-Aun no... No puedo sentir su presencia, no puedo saber dónde la tiene.

-¿Y qué? ¿Piensas quedarte con los brazos cruzados cómo es tu costumbre?- interrumpió la rubia con cierta rudeza en su mirada. Después de haber presenciado la forma en que el mago había tratado a su amiga, presentía que él tenía gran responsabilidad en lo ocurrido. El gurú no supo que contestar, era como ver a la misma Umi en esas palabras.

-Gurú Clef, no fue tu culpa.- dijo la siempre atenta Hikaru.- Sé que hiciste todo lo posible para que no se la lleven... Pero ahora eres el único que puede encontrarla.

-Clef, ya basta de tonterías... Ellas están aquí para ayudar, esta claro que hagas lo que hagas y digas lo que digas no podemos mantenerlas al margen... ya deja los misterios y confía en tus discípulas... Las cosas ya se te han ido de las manos. - el gurú se sentó en el trono que ahora pertenecía a Ferio, llevó su mano derecha a su sien, se lo notaba totalmente abatido. Latis tenía razón, la persona a la que más deseaba proteger estaba... estaba... ¿quién podía saber dónde?

-Creí poder controlar todo esto sólo, pero Umi tenía razón, soy un bueno para nada. - Hikaru intentó intervenir pero Latis le hizo señas para que guardara silencio.- He perdido la cuenta de cuantas veces he impedido que la familia Takahashi se apoderara de Céfiro, pero Ryota es muy hábil, puede leerme como un libro abierto.

-No es tu culpa Gurú Clef, Ryota logro engañarme. Él... se acercó a mi porque sabía quién era yo... y me sedujo...- dijo Hikaru, bajando la mirada, Latis puso una mano en su hombro como tratando de animarla. - Dime como... ¿Cómo es posible que alguien de mi mundo sepa tanto de Céfiro? ¿Como puede tener poderes? ¿Como ha logrado llegar hasta aquí si nosotras mismas lo hemos intentado durante tanto tiempo y no lo hemos logrado?

-Aun en Mundo Místico la magia existe, mi querida Hikaru... El hecho de que la mayoría de la gente este demasiado ocupada en sus asuntos como para notarla no significa que no esté allí.

Hace cientos, quizás miles de años, nuestra dimensión y la suya estaban estrechamente conectadas, tanto que viajar de Céfiro a Mundo Místico y de Mundo Místico a Céfiro era mucho más simple y rápido que visitar a nuestros planetas vecinos. En aquellos tiempos Céfiro era gobernado por una pareja de reyes de muy noble corazón que, con el amor que se profesaban el uno al otro, lograban mantener la estabilidad del mundo. Por aquel entonces, no había pilar y el sucesor al trono era siempre el primogénito de los gobernantes de turno, sea hombre o mujer. Este debía casarse para seguir con la línea sucesoria.
Como dije, Céfiro y Mundo Místico estaban conectados, y el portal para pasar de un mundo a otro, sin problemas, sin limitaciones, se encontraba en lo que hoy es Tokio. Allí reinaba la familia Takahashi, una de las más poderosas y respetadas de Mundo Místico. Ellos gobernaban una serie de poblados que hacían gran parte de Japón.

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