12 - Amores y decepciones

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La alborada dio paso a un hermoso día de sol. El cielo era de un turquesa brillante y no había una sola nube en el cielo. Parecía que la terrible tormenta de la noche no había existido. Umi salió de su habitación después de una larga noche. La tormenta no la había dejado dormir, así que había permanecido despierta casi hasta que finalizó. Se encontró con Ascot, sentado frente a la puerta de su habitación. Él noto que ella salió, pero nunca levanto la vista para verla.

-Lamento que te lo haya ordenado a ti también...

-...

-No tienes que hacer esto... Le haré creer a Clef que tú me vigilas.

-Si algo llegara a pasar él lo sabría, y yo estaría en problemas.

-¿Por qué habría de pasar algo?

-No lo sé... Gurú Clef ni siquiera quiso decirnos. Pero si él cree conveniente que nosotros dejemos nuestras tareas diarias para convertirnos en tu sombra es porque de verdad corres mucho riesgo.

-¿Cómo te sientes?

-No tiene caso hablar de esto... Estaremos juntos las próximas ocho horas... Así que mejor hagamos como que nada ha pasado. - dijo mientras se ponía de pie.

-Bien... Muero de hambre, ¿quieres desayunar? - Ascot comenzó a reír.- Oye, ¿qué ocurre?

-Es que ya es hora de almorzar, Umi... Parece que estabas muy cansada, porque dormiste mucho. - Umi estaba a punto de responder de mala manera, pero no dijo nada porque era agradable ver a su amigo sonreír de nuevo. En ese momento, unas extrañas alarmas comenzaron a sonar. Umi nunca había escuchado algo así. - ¿Qué es eso?

-Es la señal de alarma de la guardia real... Algo muy grave debe estar pasando. Cuando algo ocurre en los pueblos, las primeras que responden son las guardias locales, si recurren a la guardia real es porque el asunto se ha ido de sus manos.

-¿Son los rebeldes? - Ascot la observó sorprendido.- Ráfaga me ha contado.

-Bueno... es muy probable.

-Vamos a ver...

-Claro que no...

-Tú también te encargas de esos asuntos.

-En este momento estoy a cargo de protegerte.

-Estoy aquí para proteger a Céfiro, todo lo que ocurra en este mundo me incumbe.

-Las Guerreras Mágicas protegen a Céfiro de los peligros extremos, de los cuales Céfiro no puede protegerse por sí mismo. Este problema es nuestro, es nuestra gente la que se rebela. Y yo no voy a permitir que tú participes de una batalla de este tipo.

-Estoy preparada para lo que sea.

-Las guerras no son para ti... Deja esto a la guardia real, ellos están para estas cosas...

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Las naves de Cizeta aterrizaron sobre el puerto de aterrizaje. Ferio las observó con detenimiento. Verlas siempre le recordaba a la época en que las Guerreras Mágicas salvaron a Céfiro de la invasión de los planetas vecinos. Estaba allí como representante del pueblo cefiriano y del propio mago supremo. Latis estaba a su lado. Gurú Clef siempre se encargaba de que el joven rey nunca salga sin su hombre de confianza. Nunca sabía que podía esperar de él, y menos en esos tiempos en que las tropas rebeldes querían la cabeza del rey. Por suerte, las revueltas no habían llegado a Neo Cizeta ni a sus aldeas vecinas. De todos modos, al rey lo escoltaba una importante comitiva.

-¿Qué te ocurre? Has estado muy callado el día de hoy...

-Sabes que no me gustan este tipo de protocolo, Tabaris.

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