Capítulo 2

36.3K 2.7K 2.5K
                                    

02| Azabache

·☽Emma☾·

Es raro. Siento mi cuerpo moverse, pero no sé a dónde voy. Siento cómo me toman por detrás de las rodillas y mi espalda. Siento cómo estoy aferrada a la misma cosa que me sostiene, la cual está muy caliente, tanto que me transmite su calor y siento la necesidad de quitarme toda la ropa para salir de ese sentimiento sofocante y desesperante.

Aún consciente y a la vez no, siento mis piernas y brazos mecerse al vaivén del movimiento. Cómo algo acaricia mi naríz, y no es hasta que me percato del aire que es exhalado e inhalado por la misma cosa que me acaricia, que me doy cuenta de que se trata de otra naríz.

Estoy a punto de abrir los ojos y descubrir qué ocurre, pero vuelvo a escucharlo en mi cabeza.

Shhh...

Los brazos de la persona que me carga me sujetan contra sí aún más y gracias al movimiento, mi cabeza termina apoyada en un pecho.

Descansa, cariño...

Y como si la voz fuera anestesia, pierdo fuerzas y voy cayendo rendida otra vez en la oscuridad.

Descansa...

· · 🐺··🐺 · ·

Frío.

Estoy acurrucada encima de algo y mi mejilla está apoyada en algo suave, se siente como una almohada, pero siento frío. Me quejo por lo bajo, para moverme y aferrarme más a la fuente que emana un poco de calor, rodeándolo con mis brazos. Escucho como la fuente de calor y de donde me aferro se sacude, vibrando. Okey, eso sonó muy mal.

La almohada dura es un poco incómoda y siento un extraño bulto debajo de mí. Me vuelvo a quejar por estar despertando de un hermoso sueño, por lo que muevo mis caderas de lugar buscando una posición cómoda, pero me detengo cuando escucho un fuerte gruñido.

Igual al que escuché antes de desmayarme.

Ahí es cuando el sueño deja mi cuerpo y soy consciente de todo.

La 'almohada' es el enorme pecho de alguien, un hombre, para ser específica. ¿Y en dónde estoy acurrucada? Oh, sí, en su regazo.

Osea que el bulto que sentía...

—¡Santos ravioles! –Pego un respingo grande, haciéndome caer hacia atrás y terminar sobre una superficie de madera, también dura, con ¿hojas? Empiezo a pegar patadas tratando de alejarme del hombre, al cual aún no pude verle la cara. Sorprendentemente, una de mis patadas termina por dar en su estómago, pero él no se inmuta y trata de alcanzarme. Lucho, estúpidamente, con los ojos apretados, sin saber bien de qué me defiendo.

—¡Mierda!, ¡deja de revolverte! –Una voz grave, ronca y varonil hace pararme en seco. La voz la identifico como la del hombre en el cual estaba sentada hace unos momentos. El recuerdo me hace reaccionar y me lanzo, estúpidamente otra vez, hacia atrás. Caigo de culo al suelo y me quejo en un gemido adolorido. Escucho otro gruñido como los de antes, pero no suena enojado.

Abro los ojos y lo veo:

Alto, grande y musculoso, el cuerpo del hombre se alza imponente detrás de un escritorio, por el cual deduzco fue por la superficie dura con hojas por el que me arrastre. Subo la mirada desde el escritorio hasta el cuerpo del hombre. Viste un pantalón negro y un cinto, con una camisa blanca de botones apretada y remangáda hasta los codos. Sigo subiendo hasta dar con su cara; mandíbula cuadrada y marcada (aunque no es lo único que tiene marcado cof cof), labios rellenos y en forma de arco, nariz perfilada y unos ojos sorprendentemente de un color grisáceo. Lo que me fascina, además de todo, es su pelo. Es exactamente como el del lobo que ví: color azabache, ligeramente ondulado y brilloso. Es el hombre más hermoso y sexy que he visto en mi jodida vida.

En las Fauces del AlphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora