Capítulo 19

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El grifo en multimedia uwu
por si no recuerdan qué es
o no sabían.

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19| Gotea

Emma:

      Nos movemos a una velocidad impresionante.

Las patas de Connor y Kaiden se entierran en la tierra y toman un impulso más fuerte que el anterior a medida que avanzamos. Siento los músculos de Connor tensarse debajo de mí, su cuerpo esquivando árboles y obstáculos que se interponen en nuestro camino. El alrededor es tan sólo un borrón.

Cuando entramos a un inmenso bosque creí que afectaría en algo, puesto que ya no podíamos ver a Zhaira ni al grifo por las copas de los árboles. Pero seguimos perfectamente hacia delante, si. detenernos. Supongo que siguen el rastro de su olor.

Giro la cabeza hacia mi izquierda. Kaiden exhala fuertemente mientras corre. Entre los árboles puedo ver el rostro interesado de Alex, viendo alrededor. Ella parece notar el peso de mi mirada y gira hacia mí, me sonríe y yo le devuelvo la sonrisa.

Miro de nuevo hacia adelante, con cuidado de no romperme el rostro con ninguna rama o algo así. Casi me trago una inmediatamente al entrar al bosque. De no ser porque el cuerpo de Connor es más grande que el mío y recibe los golpes antes que yo, ya nadie me podría reconocer.

Por un segundo dejo de prestarle atención a lo demás y me fijo en mis manos.

Volveré.

Luego de ocho años, volveré a casa.

No iré para quedarme, pero de todas formas significa mucho para mí. Mi infancia se desarrolló allí, junto con mi madre. Esa casa significa para mí lo mismo que significa ella. Allí fui feliz. Mis primeros descubrimientos, mis primeros pasos, mis primeras aventuras, las descubrí en esa pequeña casa.

Cada vez que me mudaba pensaba en ella. Papá nunca quiso tocar el tema ni tomó iniciativa alguna tampoco, así que yo fingía no estar preguntándome si alguna vez volveré a esas cuatro paredes. Me preguntaba, si cuando cumpliera dieciocho, reuniría el valor suficiente como para viajar yo sola e ir allí. Si alguna vez cuando grande tenga que elegir la casa en la que vivir, elegiría esa, a pesar de lo vieja y desgastada que estaría para ese punto.

Pero una parte de mí nunca quiso volver.

Sí, esa casa me recordaba a los buenos momentos, pero también a los malos.

Ella me acaricia el pelo. —Tenemos que ir al hospital, cariño.

—¿Por qué?

—Mamá está allí. Ella... tuvo un problema, pero estará bien, ¿sí? Vamos.

El jarrón favorito de mamá se rompe en mis pedazos al impactar contra la pared. —¡Todo es tu culpa!

¡Papá! ¡Basta!

—¡Tu maldita culpa! ¡Tú, y tu maldita existencia!

Ella me toma del brazo pero me zafo de su agarre.Emma, ven, por favor.

—¡Déjame! ¡Quiero a mamá! ¡Sólo quiero eso!

—Junta tus cosas. Nos vamos de esta maldito lugar.

—¿Qué? ¡No! ¿Y qué pasará con la casa? ¡No, no podemos dejarla! ¡Es la casa de mamá!

—Y por eso mismo nos vamos. Tienes 15 minutos.

En las Fauces del AlphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora