07| Ay VirgencitaEmma:
Vamos, Emma. No es para tanto, solo Aamon y él se enojaron por tu ropa, ¿qué crees que hará cuando llegues? ¿matarte?
«¡SÍ! ¿no viste cómo estaba? Parecía un maldito toro emputado»
Cariño, ese vocabulario.
«ESTOY NERVIOSA»
Me muerdo la uña de mi dedo índice pensando en las maneras en las que podría quitarle el enojo a Connor cuando llegue.
Oh, bueno. Creo que ya te puedes hacer una idea de lo que puedes hacer...
«No le pondré ni un dedo encima para que ya no esté enfadado conmigo, Lillith»
¡Ja! Veremos qué pensarás cuando lo veas.
—¿Crees que me veo mejor con el pelo atado o suelto? –Alex me pregunta mientras se acomoda el pelo, viéndose en su espejo de mano. Puedo ver un bolsito con maquillaje dentro de su mochila.
«¿Quién lleva todo ese maquillaje cuando sólo va a estudiar?»
—Cualquier manera te queda bien, Ale –contesto distraída —. Tu pelo es hermoso y lo seguiría siendo aunque tuvieran un nido de ratas ahí.
—Aww –se toca el pecho con una mano y me tira un beso volador —. Si no fueras compañera de mi hermano, yo te entraba.
La miro impresionada, sonrojándome, haciendo que ría, —Es broma, Emma, solo me gustan los chicos.
—Qué bien, porque si no sería muy... turbio todo.
De repente el vehículo para y yo levanto la mirada, viendo por la ventana, un enorme edificio de dos pisos, el instituto. Pero...
—¿Por qué no hay nadie? –pregunto entre asustada y confundida, señalando el patio vacío del lugar. De no ser porque se ve como nuevo, diría que está abandonado.
Alex empieza a olfatear el aire, —Están todos adentro –señala un punto del primer piso del edificio y efectivamente, a través de las ventanas se ven figuras moviéndose.
—Oh... –la puerta a mi lado es abierta y el chofer se corre hacia atrás, dejándome espacio para salir. Tomo mi mochila y salgo —. Gracias –le hablo al señor.
—No hay de qué, Luna –asiente con su cabeza y luego sale Alex, con... ¿unos lentes de sol?
—Alex, está nublado –señalo el cielo gris, lleno de nubes casi negras —. ¿Por qué te pones unos lentes de sol?
Ella baja con su dedo los lentes, dejándolos en el extremo de su nariz y me da una mirada aburrida, —¿Hola? Es parte del paquete de «entrada de diva» –dice obvia y luego se voltea al chofer —. Ven y búscanos a en... –mira su reloj, que si mi vista no me falla, marca las 9:05 —, en seis horas, estaremos aquí afuera esperándote.
—Sí, señorita.
—Te aconsejo no ir a la manada ahora –se arregla sus lentes —, el Alpha estará a tu espera para hacerte papilla –el chofer se pone pálido —, así que quédate, no sé, rondando por ahí. Tienes toda la libertad de hacer lo que quieras en esas seis horas.
—E-está bien, señorita. Gracias. Y nos vemos –hace una referencia, se sube a la limusina y se vá.
—¿Te das cuenta de que vinimos en limusina porque querías que nos vieran en ella y al final nadie nos vió porque están todos adentro? –hablo y me cuelgo la mochila en el hombro.
ESTÁS LEYENDO
En las Fauces del Alpha
Werewolf¿Te gusta la fantasía? Porque a mí sí, ¡y a quién no! Es tan fascinante, cómo trasciendes de un mundo aburrido y monótono a uno lleno de magia e imposibilidades que te vuelan la cabeza. Mi gusto por la fantasía recae en particular en los hombres-lob...