01| Suya
·☽Emma☾·
Soy sacada de mi estado somnoliento por un halo de luz cálido y un armonioso canto de unos pájaros posados en mi alcoba... Pff, ¡Falso! Ni siquiera tengo alcoba. Es el ruido molesto e insistente de mi alarma el que me despierta. Estiro mi brazo y lo golpeo, pero sigue haciendo ruido ¡Maldito cachivache que no se apaga!
Gruño y lo golpeo con más fuerza. ¡Nada! Sigue molestando. Decido tomarlo y colocarlo boca abajo. El ruido se detiene y sonrío, para acurrucarme de nuevo en mi suave camita, estoy a punto de dormirme de nuevo cuando el ruido aparece otra vez.
—¡Agh, maldito pedazo de...! –Me levanto destapándome, para después agarrar la alarma y golpearla contra la pared. El aparato se destruye inmediatamente cayendo y esparciéndose por el suelo de mi habitación —. ¿Pero qué...? –El ruido se sigue escuchando. Volteo hacia el buró al lado de mi cama y me encuentro con la pantalla encendida de mi celular, de donde proviene el escandalo y se lee:
ALARMA; 10:00am
“¡LEVANTATE PENDEJA! >:("
Miro de nuevo la alarma que me dio mi madrastra, en el suelo, roto, destruido...
Hago una mueca. —Ups. –Me acerco y junto los pedazos, ahora tengo que esconderlo en algún lugar para que no lo encuentren... Piensa, piensa, piensa, ¿dónde mi madrastra bruja no buscaría su despertador destruido? —. ¡Ya sé! –Con mis pantuflas de zanahorias me dirijo escaleras abajo de la casa, choco con varias cosas en el camino, aún no me acostumbro y ya tengo un día aquí, aunque también puede ser porque soy medio torpe jeje.
Abro la puerta corrediza de la cocina, que da al patio trasero, un poco de terreno verde y luego un inmenso y frondoso bosque se abre paso frente a mí. Es la primera vez que salgo a aquí. Bueno, al primer lugar al que salgo desde que llegué ayer a esta casa. ¡Pero ese no el punto!
Camino por la tierra ensuciando mis pantuflas hasta alejarme muy poco de la casa y llegar detrás de un árbol. Aquí estará bien. Suelto las piezas del roto aparato y vuelvo para buscar una pala, la cual ví a un lado de las puertas corredizas cuando salí. Vuelvo hacia el punto detrás del árbol y empiezo a hacer un hoyo en el suelo, lo suficiente como para que entre las partes rotas.
Meto las piezas en el agujero. —Adiós, horrible aparato al cual para nada rompí –hablo sola mientras lo tapo con la tierra. Arreglo las irregularidades obvias que quedaron en el suelo y que sirven para inculparme, luego me alejo para verlo desde otro lugar, y que no se note que cavaron ahí —. Perfecto, pero falta el toque final. –Con la misma pala empujo unas hojas encima de la tierra revuelta —. Ahora sí –sonrío satisfecha por mi gran trabajo.
Me doy la vuelta para entrar a la casa de nuevo, pero paro en seco, quedando de espaldas al bosque, cuando de repente siento ese sentimiento de ser observada.
Mis vellos de la cabeza se erizan, y me concentro en escuchar el más mínimo sonido. Solo escucho el escalofriante y casi efímero silbido que produce el viento. Las copas de los árboles moverse y chocar entre sí. Uno que otro pájaro y una hojas crujir por el peso de algo encima de ellas, al igual que unas ramitas romperse.
Me encojo de hombros y camino arrastrando la pala.
«Espera, ¿hojas y ramitas romperse?»
Me volteo de golpe y, para mi sorpresa, me encuentro con un enorme lobo a unos metros de mí.
Por la Virgen de Guadalupe...
Es altísimo, y diría que es casi tan grande como un auto normal. Me observa de manera rara, como si sus ojos estuvieran diciéndome algo, pero el exótico dorado de su mirada deja mis ojos para repasar todo mi cuerpo. Su pelaje es de color azabache, tan negro y espeso, pero a la vez se ve suave y brilloso, diablos, necesito pedirle que me diga qué shampoo usa.
«¡No es momento para pensar en eso!»
Ahí es cuando recuerdo que tan solo soy una adolescente hormonada de 17 años y él un animal salvaje que podría comerme si quiere.
Me tenso de pies a cabeza, quiero correr, quiero hacer algo, pero mi mente está tan ensimismada con sus ojos que no puedo hacer nada. ¡Ni si quiera puedo gritar y pedir ayuda! De mi boca solo salen estúpidos balbuceos, y por si fuera poco, suelto la pala, la cual me servía para defenderme en caso de que me ataque.
«¡Ravioles, haz algo idiota!» Me digo a mí misma.
El majestuoso animal da un paso hacia mí y de repente un calor abrazador me envuelve. Siento como si la brisa de hace unos momentos no existiera y solo puedo sentir calor y más calor. El parpadea lentamente y no me pregunten por qué pero copie su movimiento involuntariamente. Cada vez siento mi cuerpo más adormecido.
Mi respiración se torna pesada, pero mis pulsos son erráticos, pareciera que mi corazón quiere escarbar en las paredes de mi pecho para salir huyendo. Lo que me encantaría hacer SI PUDIERA MOVERME.
Y lentamente, escucho una voz varonil en mi cabeza.
Luna...
El lobo da otro paso.
Mi hermosa luna...
¿Acaso es deseo lo que veo en su mirada?
Ven...
Él baja su hocico e intensifica su mirada.
Acércate...
Doy un paso hacia él. Él otro hacia mí.
Acércate a mí...
Una risa brota de mí y la mirada del lobo brilla.
Tú...
Otro paso hacia él.
Eres...
Y cuando llego frente a él y siento que mis rodillas flaquean y caeré, unos fuertes brazos me rodean, mientras un fuerte gruñido se llega a escuchar, antes de caer en la inconsciencia.
¡MÍA!
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En las Fauces del Alpha
Weerwolf¿Te gusta la fantasía? Porque a mí sí, ¡y a quién no! Es tan fascinante, cómo trasciendes de un mundo aburrido y monótono a uno lleno de magia e imposibilidades que te vuelan la cabeza. Mi gusto por la fantasía recae en particular en los hombres-lob...