(Esta vaina se me hizo más larga de lo que esperaba).
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38 - III | Sucumbiendo: ante las consecuencias
☽Emma☾:
Oscuridad, oscuridad... y algo que repiquetea contra mi cintura. Toques suaves que me regresan por completo a la lucidez.
—Luna.
Son los dedos de Connor, apretándome suavemente, y su voz sobre mi cuello, gentil.
—Luna, sé que estás despierta.
Oh, pero estoy tan cómoda...
—Vamos, arriba.
Me mantengo tal y como estoy. Espero que le llegue mi indirecta de "no voy a mover ni un dedo". Quiero decir, por fin mi cuerpo se deleita con la suavidad de... de... Uh... No tengo idea sobre qué estoy ahora mismo pero es tan cómodo como una nube y no pienso moverm...
—Tengo comida aquí conmigo.
Abro tanto los ojos que creo que van a salir disparados.
—¡Comida! —Me siento sobre mí misma y giro la cabeza hacia todos lados—. ¿Dónde? ¡¿Dónde?!
Una risa ronca me roza la nuca, pero antes de que me voltee a enfrentarla, unas manos alcanzan mis hombros y me vuelven a recostar. De inmediato estiro el cuello y alzo la cabeza hacia atrás. Un invertido Connor me sonríe desde su posición. Inclina la cabeza hacia abajo para verme, y unos mechones de cabello le caen por la frente.
—Sabía que eso funcionaría —dice al final.
Por un segundo me quedo como torpe observando esa preciosa sonrisa, pero luego vuelvo en sí, y lo miro con el ceño fruncido.
—¿Eso significa que no hay comida?
Hay otra risa suya, y sus manos dejan mis hombros. Vuelvo a erguirme en mi lugar y mientras lo siento removerse detrás de mí, observo el alrededor.
Oh.
Estamos en una habitación, una muy espaciosa. Un dormitorio, siendo específica. Hay una cama matrimonial debajo nuestro y además de un enorme armario oscuro metros más allá, no hay más muebles en la habitación. Hay dos puertas y un enorme ventanal a nuestra derecha, con un par de cortinas demasiado oscuras que, con los extremos, tocan la alfombra carmín que cubre el suelo. Por alguna razón, no me sorprende que las paredes sean de piedra, ni que la habitación se encuentre en penumbra por la pobre iluminación que le entregan un par de gruesas antorchas. Las observo dos veces.
—Seguimos en el castillo.
No logro descifrar mi tono de voz, tampoco cómo me siento al respecto. No quiero pensarlo mucho, pero reconozco que me encuentro sorprendida. Seguimos aquí, y vivos. Seguimos... ¡Mierda!
—¡Los chicos!
Me volteo hacia toda velocidad hacia Connor, que se hace hacia atrás en el último segundo para que no lo golpee.
—¡Alex y Kaiden! ¡Y los trillizos! ¡Y Zhaira! ¡Y...!
Ni siquiera me doy cuenta de que estoy a punto de jalar de mi cabello por el pánico hasta que Connor toma mis manos con las suyas y las aleja de mi cabeza, obsevándome con expresión relajada y la sombra de una sonrisa en sus labios.
—Ellos están bien. Están seguros. Tranquila.
Siento que puedo respirar, pero no me deja del completo relajada.
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En las Fauces del Alpha
Lobisomem¿Te gusta la fantasía? Porque a mí sí, ¡y a quién no! Es tan fascinante, cómo trasciendes de un mundo aburrido y monótono a uno lleno de magia e imposibilidades que te vuelan la cabeza. Mi gusto por la fantasía recae en particular en los hombres-lob...