Capítulo 3

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03|Revelada

Emma:

—¡Sí, Connor, soy yo! Ay, digo… –«Sí, Connor, soy yo»

Connor o, bueno, el cuerpo... ¿poseído? de él, me toma de la cintura, cambiándome de posición, dejándome con las piernas alrededor de su cintura. Haciéndome también sentir todo.

Y con todo, me refiero a todo.

Él sonríe socorron, y aún con sus ojos color dorado con destellos amarillos, empieza a pasar su nariz por lo largo de mi cuello.

¡Mi luna! Tienes que ayudarme.

Empiezo a retorcerme tratando de salir de sus brazos, pero es imposible, es más fuerte que mi cuerpito de espagueti.

«¿Qué carajos come este tipo?, ¿Concreto?» Pienso para mis adentros.

Mi lobo tiene el completo control de mi cuerpo, distráelo y lo podré tomar de nuevo. Escucho decir al pelinegro en mi cabeza.

El castaño avanza un paso dentro de la habitación e inmediatamente Connor Poseído, como lo nombré, quita su rostro de mi cuello para gruñir amenazante y mostrar sus... ¿colmillos?

¡Unos putos colmillos!

Yo me asusto y él chico, el cual no sé el nombre, baja la cabeza y retrocede de nuevo a su lugar.

«¿Cómo se supone que lo distraiga?»

Tienes que tocarlo, él se centrará más en tu tacto y no se ocupará de poner resistencia para que no tome mi cuerpo de nuevo.

«KHE»

Miro al chico frente a mí.

«Okey, okey, respira, inhala, exhala»

Respiro profundo y tomo la cara de Connor, para girarla hacia mí, y que deje de amenazar al castaño. Él se deja y mira mis ojos para luego ver mis labios.

«Vamos, tú puedes, es solo un hermoso chico sexy, tú puedes seducirlo»

Sonrío de lado, para luego bajar lentamente mis manos por detrás de su cuello, clavando ligeramente mis uñas en su piel. Él aprieta mi cintura y me acerca más.

«¿Connor...?»

Ya casi puedo tomar el control, sigue así.

Paso saliva cuando siento mi cara roja por lo que voy a hacer, pero de todos modos mantengo mi sonrisa y de a poco, me voy acercando al cuello del pelinegro. Lo siento retener la respiración, mientras yo acerco mi nariz al punto debajo de su mandíbula y dejo salir una exhalación, haciéndolo estremecer.

«¡Ja!, quién lo diría, yo, Emma, haciendo estremecer a tremendo símbolo sexual. ¡En tu cara Mackenzie!»

Mi ego sube un poco sin poder evitarlo, ayudándome a que la vergüenza quede atrás, y me impulse a rozar mis labios en la piel de él. Observo sus ojos y siguen igual, ¿qué más puedo hacer?

«Muérdelo» Una voz imaginaria habla en mi mente.

«¿Qué? No, aunque... ¡No, no!, ¡fuera, impulso de idiotez!»

«Servirá, ¡hazlo!, ¡Por Asgard!»

Aprieto mi mano en su cuello y suspiro relamiendo mis labios, para luego abrirlos y presionarlos contra su piel caliente, mordiendo ligeramente su cuello. Todo en unos segundos. Él gruñe con deseo, para justo después que su cuerpo sufra una ligera sacudida y vuelva a la normalidad, su exótico color grisáceo volviendo a su mirada.

Él sonríe y va a hablar, pero ve que tenemos compañía —¿Luke?

Luke hace una pequeña reverencia con la cabeza —Alpha, tengo noticias –dice sorprendiéndome, no habla como hace unos minutos atrás, habla con sumo respeto y cuidado.

—¿Qué ocurre? –Connor también habla de diferente manera.

—Encontramos unos Roguers en la frontera de los territorios y los trajimos. Están en las celd... –De repente me mira y deja de hablar —...en las... las... –empieza a balbucear mientras le echa miradas a él.

Yo estoy complemente confundida.

«¿Roguers?, ¿De dónde me suena? ¿Alguna receta de comida?»

Pienso eso y escucho una risa, si no me equivoco, de la voz de mi cabeza. Rayos, estoy quedando loca.

Connor asiente. —Lo entiendo, lo resolveré después, ahora tengo otra cosa que hacer. –Lo siento colocar una de sus manos en mi cintura y me eso me recuerda en donde me encuentro.

«El bulto sigue feliz»

Gracias a ti.

De nuevo, mi mente quedó modo: wtf

—Ah –El pelinegro aprieta su agarre —, y que nadie se entere de mi Luna, de lo contrario, serás exiliado de la manada.

Luke palidece.

—S-sí, sí, Alpha. –Hace otra reverencia con la cabeza y se vá.

—¿Eres un Alpha o un demonio poderoso o algo así? –digo sin pensarlo.

Connor ríe sacudiéndose, y de nuevo recuerdo donde estoy, por lo que pegando un salto me quito de su regazo y vuelo hacia atrás. Él gruñe en protesta.

«¿Acaso no sabe hacer otra cosa que gruñir?»

Inmediatamente que el pensamientos hace eco en mi mente, él sonríe socorrónamente. —Oh, claro que sé hacer otras cosas, con gusto te las enseño.

Mi cara se torna roja y aprieto los labios, avergonzada. —¿Puedes dejar de hacer bromas y llevarme de nuevo a mi casa?, mi padre me mat...

Y en unos segundos, soy estampada contra la pared de la habitación, con él respirando rápidamente y con sus brazos encerrándome. Por sus ojos, pasan unas ligeras motas rojas carmesí, asustándome, —¡Tú... no irás a ninguna parte!

«Y dale con lo de no irme, ¿acaso cree que soy su perro para mandarme?»

Como si me escuchara, gruñe y me presiona más contra la superficie detrás de mí. —Eres mía, por ende, te quedarás aquí, a mi lado –dice entre dientes.

—¡Ja!, amigo, te diré dos cosas: una: no me quedaré aquí, tengo una vida allá afuera y a mi padre, ¿okey? Y no soy tuya, ni que fuera un objet...

Su gutural gruñido me detiene. Las motas rojas tomaron la mayor parte de su ojo y hay una vena en su cuello que parece querer explotar. Yo me hago una bolita en mi lugar, el miedo apoderándose de mí

¡No!, ¡Eres mía!, ¡Jodidamente mía! –Su voz parece mezclarse con la que se escuchaba cuando estaba "poseído" —. ¡Y no iras a ningún puto lugar!, ¡¿Entendido?! –No contesto, el miedo me paraliza; su cuerpo está cernido sobre mí, con su rostro rojo de la ira, apretando los dientes que se empiezan a formar ligeramente puntiagudos, su mandíbula tan apretada que me duele de verlo. Su aspecto es más que intimidante, me provocan ganas de bajar la cabeza y llorar —. ¡¿Entendido?!

Mi voz se quiebra —Yo... –Estoy a punto de disculparme, ni sé de qué, cuando siento algo en mi cuerpo. Algo pasando por toda mi anatomía y haciéndome sentir diferente, muy diferente. Como si estuviera ahí todo el tiempo, pero hoy, y justo ahora, decidió que era hora de salir, de revelarse. Y un segundo después, mientras mi cuerpo empieza a temblar, la escucho en mi mente:

¡No!

En las Fauces del AlphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora