Recomiendo prestar atención al capítulo detalladamente para no perderse :'D
26| La tortura
☽Emma☾:
Mamá está aquí. La veo desde la distancia. Ella luce exactamente como la recuerdo. Alta, delgada, menuda. Piel pálida con muchos lunares. Pelo castaño, largo hasta los codos. Ojos verdes (los cuales no heredé para nada). Lleva un vestido de verano, ligero, blanco y con flores rosadas en ella.
Su voz se eleva y arrastra por todo el jardín mientras canta. Sus manos se mueven y se ocupan con las flores de su jardín. Yo solo dejo que la calma que produce su voz me quite un peso de encima y me pinte una sonrisa triste en la cara.
Quiero hacer muchas cosas. Caminar hasta ella, abrazarla, tocarla, verla de cerca. Buscar sus ojos luego de ocho aterradores años sin su compañía. Ocho años en los que me obligué a mí misma recordarla todas las noches antes de dormir, por miedo a olvidarla. Por miedo a perder lo único que me quedó de ella: su recuerdo.
Sentada frente a mí, leyendo un libro; acostada conmigo luego de jugar todo el día; cantando mientras cocinaba; la imágen de ella haciendo cualquier cosa era lo único que me consolaba de su muerte y lo único que ahuyentaba la desagradable compañía de la soledad. Traté, de que entre tanto sabor amargo por su ausencia, encontrara paz reviviendo su rostro en mi mente una y otra vez.
Y ahora ella está aquí. A tan solo unos metros de distancia. Tal y como la recordaba.
Pero, al igual que en los recuerdos de ella que yo reproducía en mi mente una y otra vez, la siento dolorosamente lejana. La posiblidad de volver a experimentar lo que sentí cuando la tenía conmigo es imposible. Anhelo ir hasta donde ella y abrazarla hasta no sentir mis brazos, pero cuando la intentaba tocar su imagen se desvanecía, por alguna razón. Me acostumbré a esto, a verla en un segundo plano y conformarme con eso, así que me permito cerrar los ojos y tratar de grabar en mi mente su voz cantando tranquilamente.
—¡Hay un perro gigante y una señora afuera! —Hasta que una voz chillona la interrumpe.
Dios todopoderoso, fue como escuchar a Alvin La Ardilla en persona. Abro los ojos con molestia y veo una masa un tanto regordeta correr como pingüino hacia mamá.
Un segundo, ¿esa soy yo de pequeña?
Mamá se vuelve hacia mí, tan confundida como yo ahora mismo al ver mi yo de pequeña con algo rojo en los dientes. ¿Eso es...?
Mamá sonríe cansada y mira mi pequeña yo con ternura. —¿Otra vez comiendo tus crayones, Emma? Te he dicho que dejes de hacerlo millones de veces.
La Emma niña y regordeta se encoje de hombros. —Saben bien.
Yo estoy viendo el suelo horrorizada. ¿Comía crayones de pequeña? ¿Qué demonios? ¿Por qué no recuerdo eso? ¿Por qué hacía eso?
Mamá se quita sus guantes de jardinería y se levanta, sacudiendo su vestido. —¿Quién dices que está afuera, cariño?
Mi pequeña yo se lame los dientes y traga los trozos de crayola masticada. Jesucristo, qué horror. Que alguien la detenga. O me detenga, no lo sé. —Una señora, ¡y tiene un perrito! Es muy lindo, tiene pelo blanco. Muy largo.
Mamá frunce su ceño confundida. —¿Qué te dijo?
Mi yo pequeña empieza a relatar. —Preguntó si tú estabas. Tú siempre me dices que si preguntan por ti diga que tú no estás, así que le dije que tú dijiste que no estabas y la señora se rió. —Arrastro la palma de mi mano por toda mi cara. Torpe desde niña, por qué no me sorprende—. Después ella me dijo: "ve y dile a tu madre que deje de gastar su tiempo con los tulipanes y venga a hablar conmigo."
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En las Fauces del Alpha
Werewolf¿Te gusta la fantasía? Porque a mí sí, ¡y a quién no! Es tan fascinante, cómo trasciendes de un mundo aburrido y monótono a uno lleno de magia e imposibilidades que te vuelan la cabeza. Mi gusto por la fantasía recae en particular en los hombres-lob...