Capítulo 37

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37|Un reino y su muy errante rey

Emma☾:

No fue hasta que escuché a Willow sollozar, a los hermanos murmurar con ansiedad y a Alex gimotear de dolor que soy capaz de reprimir el infernal ardor en mi estómago bajo y volver a la realidad.

Mi cuerpo actúa casi sin vida y caigo de rodillas a un lado de Connor. Él se retuerce con tanta brusquedad que casi no puedo atraerlo hacia mí. Acuesto su cabeza en mi regazo. Tomo su rostro con ambas manos y lo obligo a mirarme, pero la expresión de puro dolor que contrae sus facciones no se lo permite.

Está sufriendo. Mucho. Se lleva las manos al estómago, se pone en posición fetal, se revuelve con quejidos de dolor, su piel se perla por el sudor.

—Mi L-Luna...

Llevo una de mis manos hacia las suyas y lo obligo a que descubra el estómago: mis dedos se llenan de su sangre.

¡No!

Siento como si mi corazón se detuviera dentro de mi pecho. Corro su camisa a un lado. Justo donde empieza su cadera, del lado izquierdo, hay una pequeña hoja de plata enterrada. La carne a su alrededor deteriorándose rápidamente.

La palabra hace eco en mi mente, rebota y vuelvo a oírla:

Plata.

Acerco mis dedos a la herida y sin siquiera tocar la daga, las yemas de mis dedos arden como si se tratase de fuego.

Plata.

Kaiden está del mismo modo que Connor. Se retuerce con puro dolor y quejidos del mismo tipo salen de entre sus labios. Alex está desesperada por ayudarlo, pero la misma herida a la que se le fue infringida a su compañero está lastimándola del mismo modo. Ella con una mano trata de tocar al rubio, y con la otra intenta detener el sangrado que empieza en su costado derecho.

Plata.

Miro el rostro de Connor entre mis dedos temblorosos. Su expresión de sufrimiento esconde sus lindos ojos. Sus quejidos me dejan ver la sangre entre sus colmillos apenas crecidos.

Mátalos.

Aproximo mi rostro al suyo hasta que mi frente se conecta con la suya. Cerrando los ojos, me concentro en el ardor infernal que se abre paso en su piel y dejo que me afecte a mí también, pues a mí no me duele tanto como me gustaría. ¿Por qué él tiene que sufrir más que yo?

Mátalos todos.

Abro los ojos y los conecto con los de Alex. Ella me dedica una mirada de sufrimiento y tristeza. Se vuelve hacia Kaiden y deja caer su cabeza junto con la de él.

Acaba con cada uno de ellos.

—Yo se los advertí.

Planto un beso en la frente de Connor, y luego me pongo de pie. Reprimo por completo el dolor que se alberga en mi pecho cuando su mano lucha por aferrarse a mí, pero no puede, y cae débil a un lado.

Mis garras comienzan a crecer hasta tomar toda la extensión de mis dedos. Una idea se fija en mi cabeza.

—El que avisa no traiciona, ¿no?

La adrenalina empieza a fluir dentro de mí. Mis músculos se tensan dolorosamente por la extensión de mi cuerpo. Soy apenas consciente sobre la forma en la que mis colmillos sobresalen entre mis labios.

En las Fauces del AlphaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora