Dormitorio de la futura duquesa de Covent Garden
Cuando entró a la habitación, la misma disponía de todo lo necesario y más, en su vida jamás había visto lujos de aquel tipo y ni mucho menos pensó vivir dentro de comodidades y bienestar.
Su doncella estaba acomodando sus ropas dentro del armario.
―¿Tienes que hacer por mí esas cosas? ―cuestionó con incomodidad la joven.
―Sí señorita, es mi trabajo, casi estoy terminando, así que enseguida la ayudaré a desvestirse para el baño.
―Puedo quitarme la ropa sola, si no hay inconveniente ―volvió a sonreírle―, no quiero cargarte más trabajo del que ya tienes.
―No se preocupe por mí ―devolvió la sonrisa―, estoy acostumbrada, y es lo que siempre he hecho aquí. Incluso mi madre trabaja aquí también ―respondió y se dio cuenta que había hablado más de lo debido―, usted disculpe señorita, es posible que no quiera saber mis cosas, no quiero aburrirla.
―No me molesta, puedes hablarme todo lo que quieras, me gusta saber de las personas ―esbozó una sonrisa para que se calmara―, y quiero también que nuestro trato sea informal. Prácticamente tenemos la misma edad, o eso creo ―rio por lo bajo―, y siéndote sincera no me encuentro nada cómoda con todo esto ―tragó saliva con dificultad al tiempo que la miraba directamente a los ojos.
―No debes preocuparte ―manifestó sintiéndose algo rara en haberla tuteado.
―No ha sido tan difícil hablarme con informalidad ―una sonrisa asomó de sus labios.
―No pero es la primera vez que me sucede ―negó con la cabeza con algo de incredulidad―. Mientras que te ayudo a sacarte la ropa y a darte el baño, si quieres, podemos seguir hablando.
―Sí, me encantaría ―habló con alegría Elizabeth.
Veinte minutos después cuando salió de la bañera con ayuda de Clarissa, fue secada y vestida con el único vestido decente que tenía dentro de la maleta.
―¿Quieres que te perfume? ―preguntó mientras cepillaba su cabello frente al tocador.
―He traído conmigo un frasquito con esencia.
―Lo he visto dentro de tu maleta, te lo dejé ahí mismo ―señaló con su dedo índice el frasco sobre el tocador.
―Sí, mientras me peinas, me pondré un poco ―dijo risueña y tomó en sus manos el pequeño frasco para destaparlo.
―Qué aroma, es muy rico ―emitió sorprendida.
―Mi madre me lo ha hecho, y me dio la receta para poder hacerlo aquí también, de ser posible.
―Podrás hacer todo lo que quieras aquí, milord es muy comprensivo con los demás.
―No quiero importunarlo con cosas sin importancia tampoco, es seguro que tenga más obligaciones.
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Perfume de Rosas ©
Historical FictionUna joven con aroma a rosas, un hombre con un título nobiliario queriendo amar aún cuando fue traicionado. Una pasión que nace entre ambos y la cuál ella quiere negar contra todo pronóstico. Un collar familiar que él está dispuesto a entregarle como...