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Ducado de Covent Garden

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Ducado de Covent Garden

Quince días después...

Oficina ducal

La normalidad había vuelto a la residencia desde el momento en que Elizabeth había llegado y cuidó de su encantador marido cuando este había caído en cama por un resfriado. Él se recuperó muy bien y las cosas entre ambos se estaban encaminando para mejor. Parecía que todo marchaba sobre ruedas, y tanto su examante como Claire, la amante de esta, habían dejado de molestar a la duquesita y a él también.

Una nueva misiva llegó al ducado, con motivo de una invitación al cumpleaños número veinticinco del nieto del conde Hoff. James se la entregó en manos al duque.

Milord, acaba llegar una invitación ―le dejó saber el hombre y puso la bandeja sobre el escritorio y frente a los ojos de Lemacks.

―¿Quién la envía?

―Uno de los lacayos del condado Nearman. Es una invitación.

Patrick tomó en sus manos la carta y la abrió, pronto estaba leyendo la notificación para que el sábado de aquella misma semana se presentara él y su esposa al cumpleaños número veinticinco de su nieto. Y que aprovechaba en agasajarlo con una fiesta ya que regresaba de sus estudios universitarios en King's College, universidad que era parte de Cambridge.

James y Elizabeth se encontraron al mismo momento en que este abrió la puerta para salir del despacho y ella entraba. Con una reverencia él le dio paso para que caminara al interior.

―Muchas gracias, James ―contestó con una sonrisa al tiempo que lo miraba a los ojos.

―¿Qué te parece salir este sábado? ―preguntó.

―¿De día o de noche?

―A la noche, tenemos una invitación a una fiesta de cumpleaños del nieto del conde Hoff.

―¿Conoces al abuelo de ese joven?

―Sí, bastante. ¿No quisieras ir o llamar a Anne, para un vestido nuevo?

―Ni siquiera he usado la mitad del guardarropas de la temporada, algo allí encontraré, no te preocupes. Gracias de todas maneras.

―Sabes que si quieres, puedes disponer de mi fortuna.

―Es un lindo gesto el tuyo, pero si usaría tu fortuna, no lo haría para comprarme prendas de vestir.

―¿Y para qué la usarías? ―Sintió curiosidad por saberlo.

―No se me ocurre nada ahora ―dijo y se quedó pensando―. Le haría arreglos a la escuela del pueblo de La Rochelle.

―¿Y qué más? ―volvió a preguntar de nuevo mientras se inclinaba hacia adelante y apoyaba los codos sobre el escritorio.

Perfume de Rosas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora