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Ducado de Covent Garden

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Ducado de Covent Garden

Un mes después...

Durante treinta días la pareja compartía tardes de meriendas, lecturas, paseos a caballo, y paseos a pie. Una de esas tardes la duquesita mandó a llamar a la señora Petterson para una clase o varias de modales y protocolo. Elizabeth quería aprender un poco y comportarse ante la sociedad para no hacer quedar mal a su marido. Se la había recomendado Kate aunque esta le había dicho que no hacia falta que aprendiera algo por lo que su hijo le restaba importancia y que a él no le parecía bien que contratara a alguien para tener modales porque nunca lo había dejado en ridículo ante los demás.

Una calesa se detuvo frente a la residencia y James fue a abrirle a la señora Petterson cuando la vio bajar. Se dieron las buenas tardes y Elizabeth la recibió.

―Buenas tardes, milady. Gusto en conocerla ―le dio una reverencia.

―Buenas tardes, el gusto es mío señora Petterson. Supongo que mi suegra le ha comentado que me gustaría tomar algunas clases de modales.

―Sí. Y si me lo permite, le daré varios consejos y maneras en cómo caminar, y mostrarse ante la sociedad.

―Por supuesto ―sonrió la joven con entusiasmo.


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Saloncito de té

Fueron hacía allí y mientras esperaban a que James trajera la merienda, ambas charlaban. A medida que el tiempo pasaba, la señora le indicaba las poses que debía hacer, cómo comportarse ante los demás, su forma de caminar y así compartieron una hora y media de nuevas cosas aprendidas. Había sido una clase ligera y divertida donde no faltaron las risas. Cuando la señora Petterson se retiró para regresar la semana próxima, Patrick salió del despacho con una intriga enorme porque quería saber qué era lo que estaba haciendo allí la profesora de modales y protocolo.

―¿Me podrías explicar porqué vino la señora Petterson? ―Se cruzó de brazos.

―Yo la mandé a llamar. Bueno... se lo pregunté a tu madre y me la recomendó.

―¿Por qué? ―Unió las cejas.

―Porque me pareció lindo saber un poco más en cómo comportarme en sociedad.

El duque entrecerró los ojos al tiempo que la miraba.

―Sigo preguntando el porqué. No le veo el punto o en este caso el objetivo.

―No quiero ridiculizarte frente a los demás. Ya supimos lo que pasó cuando estuvimos en el cumpleaños de Jeffrey.

―Cómo olvidar a ese puberto. Y no fuiste tú, ese fue el ponche.

Perfume de Rosas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora