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Ducado de Covent Garden

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Ducado de Covent Garden

Interior del castillo

Al bajar del cuarto y dirigirse al comedor, donde sabía que encontraría a James, éste luego de darle los buenos días, le comentó el detalle de la reunión de la tarde que el duque había acordado con dos clientes para la compra de dos navíos, y por consiguiente, ante el inesperado resfrío del dueño del ducado, no pudieron cancelar dicha reunión.

―No se cancelará, si Patrick acordó que vinieran hoy a las cuatro de la tarde, los recibiré ―emitió con seriedad.

El mayordomo la miró entre sorprendido y perplejo. Pero no dijo nada, puesto que la idea le había gustado.

―¿Tienes conocimientos de negocios, milady?

―No pero tú me ayudarás, estarás conmigo, si no te molesta. ¿Sabes sobre sus negocios o quiénes vendrán hoy por la tarde o de qué crees que hablarán?

―Sí, milady. Conozco a los clientes y sé para qué vienen, por lo tanto, sé de todos los negocios de milord y con gusto me quedaré contigo en la reunión ―admitió con amabilidad.

―Entonces tenemos un trato ―extendió la mano y él se la aceptó.

Durante todo el día la duquesita fue y vino desde su dormitorio hacia la planta baja. Hasta que a las cuatro en punto llegaron los dos clientes que iban a reunirse con el supuesto duque de Covent Garden. Cuando el mayordomo los recibió y condujo hacia el despacho del duque, se encontraron con la duquesa, quien les dio la bienvenida con una amable sonrisa y un saludo con un beso en la mano cada uno de los hombres.


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Oficina del duque

―Estábamos creídos que nos recibiría el duque.

Milord hoy no podrá atenderlos, y en su lugar lo haré yo.

Ambos hombres se miraron ya que no estaba bien visto que una mujer concretara una reunión ni aunque fuese de la nobleza. Estaba fuera de los parámetros comunes y era algo impensable que una mujer hablara de los negocios de su marido.

―James, ¿serías tan amable de disponer el té?

―Por supuesto, milady. Enseguida, con su permiso ―dio una reverencia y se retiró.

―Por favor, tomen asiento ―ofreció ella señalando dos sillones individuales.

Los dos se sentaron y ella frente a ambos.

―¿Hace mucho que conocen a mi marido? ―preguntó de curiosa.

―Hace cinco años ya ―comentó uno de ellos―, siempre le hemos comprado sus barcos, son muy seguros y rápidos.

Perfume de Rosas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora