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Palacio Ducal

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Palacio Ducal

Salón de té

Después del almuerzo del viernes, la duquesa y Elizabeth se encontraban dentro del salón de té junto con la modista, para la primera prueba del vestido de novia. Ajustes por la cintura y amplitudes en la falda se trazaban con el centímetro y luego las anotaba en su cuaderno de diseños exclusivos. Tenía ese solamente para la futura duquesa de Covent Garden, y aparte de los diseños que ya había comenzado a confeccionarle de vestidos y demás prendas, había agregado los que ya con anterioridad había comprado de la temporada de otoño-invierno. Puesto que pretendía que su vestido de novia fuera excepcional, y entre los gustos de ella y de Elizabeth, y opiniones de Kate, estaba dispuesta a que aquel vestido fuera magnifico para que todos los presentes clavaran la mirada en la prenda y en ella sobre todo.

―Vaya... qué cambio se está viendo ya desde la primera prueba ―admitió Katherine sorprendida.

―Quiero que su vestido sea perfecto ―confesó mientras estaba arrodillada detrás de la joven y cosiendo de manera provisoria el frunce de la primera capa de la falda―. ¿Quisiera una pequeña cola en el vestido?

―Me encantaría ―dijo con una sonrisa al mirarla―. Por favor, llámame Elizabeth.

―Pero milady... ―comentó abriendo más los ojos.

―Es lo que quiero, que me llames por mi nombre.

―De ser así, usted me llamará Anne.

―De acuerdo.

La prueba del vestido duró más de una hora y cuando alrededor de las cinco y media de la tarde la modista se retiró del ducado, la joven aprovechó en tomar un libro de la biblioteca del duque y caminar hacia el invernadero para leer con tranquilidad.


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Jardín de invierno

Tomó un almohadón del sillón individual de hierro forjado que estaba al costado de la mesita redonda del mismo material y se sentó en el piso. Había elegido el sector de las rosas para poder estar relajada y leyendo, sin que la presencia del duque la perturbara, y lo peor era que no le disgustaba tenerlo cerca, tan solo quería por un momento tranquilidad porque ese rostro de bucanero seductor la dejaba sin aliento cada vez que la observaba con aquella mirada azul.

Habían pasado varios minutos cuando ella escuchó unos golpecitos en el vidrio del invernadero. Levantó la vista encontrándose con el duque que la saludaba con la mano y le regalaba una sonrisa, la muchacha correspondió el saludo y continuó leyendo, sin creer que él entraría también.

―¿Qué lee? ―preguntó curioso.

Orgullo y Prejuicio ―respondió metida en la lectura.

Perfume de Rosas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora