→ veinticinco

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No los quiero agobiar con notas, porque éste capítulo ya es demasiado largo ( 8,161 palabras, sin acortarlo fueron: 11,295 ) para que yo me inspire a decir pendejadas.

PERO ESTOY MUY NERVIOSA POR ESTO, ya me callo o digo alguna vaina que no debo. chau, disfruten.


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YoungJae se encontraba en la cocina, cuando el click que emitía la cerradura luego de que el código fuera ingresado retumbara por todos los espacios del departamento. Al instante, su cuerpo saltó de su asiento, la taza con café amargo casi se derrama por la barra cuando la soltó con descuido y su apuro guió sus piernas por los pasillos, con el corazón en su garganta.

Tarda aproximadamente un par de segundos en llegar al medio de la sala, apoyándose de sus piernas para recuperar el aliento y con la misma rapidez se incorporó, no queriendo perder más tiempo para ver quién había llegado. Pero, cuando la larga melena oscura se mueve hasta desvelar el fino rostro de YeEun, apretó sus párpados.

— Creo que no soy quién esperabas ver. —No sonaba molesta, pero tenía razón. Ella no figuraba en una lista donde solo había un nombre escrito.

— Lo siento. —YoungJae reconoció su intento, pero se sintió culpable de que ella pudiera pensar que despreciaba su visita. — No recordaba que hoy debíamos vernos.

Habían pasado tres día desde el incidente en el baño, o mejor conocidos como los peores que YoungJae aguantó en el año. Sentado en silencio, trasladándose lento por su hogar  rodando con sumo cuidado sobre su cama, todo con el propósito de escuchar con claridad su cerradura cuando JaeBum apareciese. Siempre que éste aparecía, él estaba distraído y no le causaba ninguna extrañeza verlo pasearse por su piso como si le perteneciera. Ahora, es lo que más anhela, por lo que se esforzaba por estar tan atento como fuese posible.

JaeBum no se despidió, tampoco intentó contactarlo y mucho menos, respondió uno de los poco mensajes que YoungJae logró dejarle antes de desechar su teléfono. El terror de finalmente haber agotado su paciencia  y que el barista decidiera alejarse de él lo acecha, porque lo ocurrido no fue un accidente, ni tampoco algo a lo que le pueda poner justificación. Mucho menos, podía borrarse la mirada que JaeBum le dio antes de romperse en sus brazos.

Varias veces algunos de sus amigos o familiares había soltado lágrimas mientras le decía lo angustiados que estaba por él,  y YoungJae se mantenía en silencio, consolándolos. En el fondo, sintiendo que no necesitaba que colocaran más peso sobre el que a aguantaba, en culpa y dolor. Nunca se lo tomaba realmente en serio. Cuando JaeBum lo hizo, sintió algo diferente. Le costaba confiar en la preocupación de los demás, pero a él le importaba de una forma terrible los sentimientos del barista, tanto para despertar y percatarse de lo mucho que sufría por su culpa.

―blooming day.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora