→ veintiuno.

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Decir que estaba teniendo un tiempo difícil era un resumen muy pequeño de la tortura que el escritor estaba sufriendo en aquella cocina, con el castaño mirando fijamente todos su movimientos, haciendo que sus nervios no le permitiesen conectar correctamente con su cerebro y cometiese diversos errores. JaeBum, por ello, no se cohibía de señalarle las cosas que estaba pasando por alto.

Y ash, lo estaba hartando.

«YoungJae, la estufa suelta mucho humo», «YoungJae, creo que olvidaste ponerle sal», «YoungJae, esa es tu mano no la zanahoria», «YoungJae, YoungJae, Y-o-u-n-gJ-a-e». ¿Por qué tanta emoción por llamarlo por su nombre de pila? No puede recordar cuando ha sido la última vez que había escuchado salir de sus labios y tampoco le agrada la sensación que se genera en su pecho por esto. JaeBum se había tomado una extraña manía por llamarlo Pastelito todo el tiempo, en lo absoluto le desgradaba, pero estaba aprovechando que estaba más acostumbrado al apodo para fastidiarlo.

No, YoungJae estaba apenando por haberle fallado el día de su cumpleaños. Y no importaba el que estuviera ocultándole cosas, JaeBum había hecho un lindo detalle por él para el suyo y lo mínimo que podía hacer era intentar devolverlo. Pero, no podía solo decirle que lo estuvo engañando para que pudiera trabajar cómodamente cuando se supone que no tenía ni idea al respecto. En realidad, los dos tomaron decisiones incorrectas y el ambiente de incomodidad donde estaban conviviendo era la prueba de ellos.

El escritor estaba agotado cuando la comida finalmente estuvo lista. El tanto escuchar su nombre con frialdad y aguantarse el deseo de tocar temas que no le corresponden. Quiere disculparse de nuevo y darle un abrazo, sí, adoraría esconderse entre sus brazos y pedirle perdón de es forma. O que JaeBum se esconda en los suyos mientras le da su propia explicación. De cualquier forma, estará cómodo.

— Iré a cepillarme los dientes. —Anuncia la única escapatoria temporal que se le vino en la mente. Bueno, había sido ducharse, pero no tiene ningún animo de hacerlo.

En línea recta caminó hacia la puerta, pero se detuvo al escuchar el chirrido que soltaba la silla donde JaeBum se bajaba.

— YoungJae...

El nombrado gruñó, girándose.

— ¡No me digas YoungJae!

El castaño retrocede sorprendido por su exclamación, pero el escritor mantenía su rostro serio.

— Es tu nombre.

— No es mi nombre para ti. —Dice. — Soy pastelito, no YoungJae, solo porque estás molesto no significa que dejo de serlo.

— No estoy molesto.

El escritor bufa.

— Lo estás, ¡mírate! —Lo señala con sus manos. — No me dices pastelito, solo me regañas y me miras como si fuera un... —Suspira. — Un extraño.

―blooming day.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora