→ catorce

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JaeBum despertó gracias a un ruido que se escuchaba lejano, pero lograba interrumpir su tranquilidad, como sartenes chocando entre sí o una suave voz simulando una melodía desconocida. Una fuerte luz impactó contra su rostro y le hizo imposible divisar su alrededor, por lo que no se percató que a su lado derecho había un vacío y su cuerpo aterrizó sobre algo duro.

Ya no se escuchaba una voz, sino una risa.

El chico se incorporó, quedando sentando y su mano acariciaba su espalda baja donde más había recibido el golpe. Sus ojos se enfocaron en el escritor asomándose por el pasillo, con el cabello oscuro cayendo encima de sus ojos, los cuales solo eran gruesas líneas de pestañas y su boca muy abierta, mientras las carcajadas se escapaban de ésta.

El cocinero suspiró, había olvidado donde se encontraba, pero las luces que rodeaban el departamento y las grandes ventanas que estaban acabando con su visión. El día anterior estaba oscuro por la tormenta, ahora había sol pero no muy potente para eliminar por completo el ambiente blanquecino que generaba la nieve.

— Eres malevolo. —Dijo mientras se incorporaba, saliendo del lío de sábanas que había hecho con sus vueltas hacia el suelo.

YoungJae continuó riendo, aún cuando había pasado todo un minuto del accidente. Sus manos presionaban su abdomen y JaeBum lo miró sin ninguna expresión como agonizaba en la pared, sin perder el chiste.

El cocinero se empezó a acercar a él, YoungJae por instinto juntó sus manos y comenzó a frotarlas, sin dejar de reír.

— ¡L-lo sie-siento! —Usaba sus manos como escudo, por si acaso.

JaeBum no le prestó, continuó caminando hacia su dirección, sonriendo mientras notaba como YoungJae empezaba a retroceder. Poco a poco la intensidad de su diversión se fue reduciendo, dejándolo con los labios separados, su rostro envuelto en sorpresa. Las burlas habían cesado y la espalda del escritor tocó la pared.

YoungJae atrapó el paraguas que el cocinero había dejado tirado en el suelo y lo colocó entre medio de los dos, tocando el pecho del mayor.

— ¡Distancia! —Pretendió que el paraguas era algún tipo de arma, frunciendo su ceño para parecer más intimidante.

JaeBum alza de sus cejas, luego ladea su cabeza como si no pudiera creer lo que el chico está haciendo. El rostro del menor poco a poco sube en temperatura bajo su mirada y la forma en que se encoge en la pared le causa un revoltijo en su pecho, no puede apartar sus ojos de su cara.

De sus labios.

Tienen una forma redonda y abultada, con un color rosado muy parecido al tono de los algodones de azúcar. Hay similitudes, lo reconoce, pero le gustaría saber si su textura es igual de esponjosa como su sabor dulce. Todas las veces en que el escritor los remoja con saliva y aumenta su brillo, piensa en como le gustaría que fuese la suya quién le proporcionase éste destello con su lengua.

―blooming day.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora