Aunque YoungJae lo intente, no deja de pensar en lo sucedido.
Días posteriores al incidente, en lugar de sentir extrema vergüenza al observarlo, YoungJae empezaba a sentir alivio cada vez que la puerta de su departamento se abría y la expresión indiferente del cocinero aparecía. Estaba cada vez menos preparado para enfrentar a alguien y JaeBeom le hacía el amable favor de no mencionar algo al respecto, no había forma en la que YoungJae pudiera excusarse.
También piensa que su comportamiento es incoherente.
Era una realidad que toda la presión que la opinión pública colocó sobre sí mismo no le permitió en aquel entonces pensar en, al menos, una idea vaga. Sin importar sobre si valía la pena o no desarrollarla, solo quería tener una pizca de la creatividad que antes disfrutaba en grandes cantidades. Nada borraba la idea de que hasta el mínimo movimiento resultaría otro fracaso para su lista. YoungJae era ambicioso y no podía conformarse con simplemente ser capaz de hacer un texto pequeño, sentía una gran desesperación por hacer las cosas bien; escribir algo que impresione a no solo sus lectores, si no al mundo en general.
Pero, nada pasaba.
Está bien, lo había admitido, YoungJae era el problema ¿ya estaba listo para escribir sin obstáculos?, ¿podía dejar de sentirse miserable y hacer lo que le gustaba finalmente?
—En recepción me pidieron darte esto. —la voz de JaeBeom lo saca de sus pensamientos.
YoungJae cerró el libro que estaba leyendo y elevó su mirada hacia el contrario, se encontraba de pie frente a él con dos grandes caja en sus brazos. Eran pesadas, las venas se le marcaban con fuerza en la piel en sus manos. El escritor parpadeó con sorpresa mientras dejaba los objetos encima de la mesa.
—No ordené nada. —hasta donde lo recordaba, pero antes de recibir un paquete necesitaban autorizarlo con antelación.
—¿He estado sosteniendo una bomba durante todos los escalones que tuve que subir para llegar aquí? —la expresión de JaeBeom era un poema.
El escritor estaba teniendo un momento difícil para no burlarse del cocinero, el cual solo asumió lo peor entre un mar de posibilidades.
Apretó sus labios, ¿eso fue lo que había sucedido aquella noche? ¿JaeBeom tuvo un mal presentimiento y por eso apareció en su rescate?
YoungJae lanzó una mirada hacia el cocinero, observaba la caja como si esperara que ocurriera la detonación de la bomba ficticia. Para el escritor, lo ridículo no era que tuviera aquel pensamiento, sino que aún con el miedo de que fuera real se mantenía quieto a su lado.
Mientras su cabeza armaba un lío alrededor de todo, decidió enfocarse en la caja. No le tomó mucho tiempo en adivinar de que se trataba: cartas de fans. Todavía las recibía en su editorial, pero cada cierto tiempo las recibía directamente a su departamento. Por supuesto, éstas sufrían una inspección previa por su editorial, la cual se encargaba evitar que leyera los mensajes negativos por su trabajo para solo dejar lo positivo para no empeorar su estado. Si la estrategia funcionaba o no, dependía principalmente de la calidad del trabajo para censurar los insultos que algunas personas lograban esconder entre palabras dulces. YoungJae nunca se siente listo para leerlas, pero de vez en cuando se dice a sí mismo que es ridículo no echarle un vistazo a las palabras de sus lectores.
La caja estaba llena de sobres de diferentes colores, pero su atención se fijó en una en particular, resaltante entre todas. Era una carta un poco más grande que las demás y en su interior, habían dos tarjetas dentro: una blanca, normal y otra era una tarjeta beige con detalles a los costados y caligrafía bien cuidada.
Era una invitación de boda.
YoungJae leyó la blanca primero, por si a caso.
«Querido Choi YoungJae,
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―blooming day.
أدب الهواة❝ YoungJae es un famoso escritor que lleva más de tres años escondido en su departamento, apartado de los medios y hundiéndose en lo más profundo de su tristeza. No hay nada más trágico que un escritor sin inspiración y él es la prueba de ello. Su m...