14. Corte Celestial

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Los cielos se habían partido en dos, las nubes que alimentaban el lugar ya no eran más nubes. Habían sido destrozadas y dispersadas por la increíble fuerza de los tornados. Una enorme zanja clavada en la tierra, con varios metros de profundidad, adornaba el paisaje. Podía apreciarse las diferentes capas de tierra, ¿cuánto más habría sido destruido si Ming Yi no hubiera aparecido en ese momento? Se preguntaban los Oficiales.

El cielo se tiño, primero de lila, después de dorado antes de dejar ver el amanecer. He Xuan no pudo dejar de mirar hacia arriba, hacia los cielos, imaginando el desastre que se venía sobre ellos. Sin nubes no habría lluvia, sin lluvia no habría agua, sin agua que alimentara los mantos freáticos los ríos y arroyos pronto se secarían. En un pestañeó aquélla región rápidamente entraría en crisis por la sequía y se volvería un lugar desértico. Los demonios y creaturas que usaban el lugar para protegerse tendrían que abandonar la zona. Indudablemente eso provocaría que los encuentros fortuitos entre humanos y bestias incrementaran causando bajas en ambos lados.

— A Xuan, Ming Yi es hora de irnos, —  grito el General Peí. Quién los observaba con una amarga expresión.
Él simplemente había acompañado a Shi Wu Du para que tomaran a Shi Qing Xuan y lo llevarán de regreso a la Corte Celestial. Nunca imaginó que se vería envuelto en un problema de aquella índole. Los Dioses no debían interferir en el destino de una nación y ese caos sería la semilla que terminaría en una tragedia mayor.

Shi Qing Xuan ni siquiera se inmutó al escuchar al amigo de su hermano. Su cuerpo aún temblaba bajo el firme agarre del Maestro de la Tierra. Con la vista fija en su abanico, instrumento que descansaba en el piso fangoso, ¿Quién sabría decir que clase de pensamientos inconexos pasaban por esa cabecita?

He Xuan podía sentir la corriente de energía fluctuando a través de los meridianos del Dios. Sí esa energía fluyera en un mortal es probable que hubiera muerto a causa de una desviación de Qi.
Una bocanada de sangre brillante salió del pecho de Shi Qing Xuan y fue expulsada a través de la boca.  El Rey Demonio utilizó sus propias ropas para limpiar los labios de su amigo.

Sin duda la expresión de Shi Wu Du cambio de molestía a temor, se aproximó lentamente a su hermano y lo estudio detenidamente.

— A-Xuan ¿Estás bien, te duele algo?

Pero Shi Qing Xuan no respondió. Se notaba que no estaba consciente de lo que estaba sucediendo a su alrededor simplemente estaba ahí de pié en silencio.

Dos carrozas con un gran séquito de oficiales menores llegaron desde de los cielos y se instalaron cerca de los Dioses.

— Ya era hora, vamos. — Shi Wu Du camino con ayuda de Peí Ming por la superficie inestable y se descalzo antes de subir a su carroza.

El General regreso y tomó el abanico del suelo. Ming Yi condujo al Maestro del Viento hasta el vehículo del Dios del Agua.

Nadie podría creer, sí lo viera en ese momento, tan diminuto y frágil, que ese hombre hera culpable de todo ese desastre a su alrededor.

La carroza de Shi Wu Du era de un blanco absoluto, con acabados en oro y telas preciosas en su interior.
He Xuan llevó a Shi Qing Xuan hasta el. Pero el joven simplemente se quedó afuera de pie.

— A-Xuan sube, tenemos que subir a la Corte Celestial, tu hermano ha sido envenenado, — dijo Peí Ming.

El silencio continuaba siendo la única respuesta.
El General Peí tomo del brazo a Shi Qing Xuan para animarle a subir pero este soltó del leve agarre con un violento movimiento del viento. Tanto He Xuan como Peí Ming se miraron desconcertados, ¿Como podía ser posible?, sí ni siquiera tenía consigo su instrumento espiritual.

No es tan fácil ser amigo de Shi Qing Xuan 🤷 (Tian Guan CI Fu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora