23. El mar de fuego (5ª parte).

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Dolor.

Los agradables aromas del campo por la mañana llegaban dulces hasta la nariz de cada uno de los Dioses que caminaban tranquilos.

He Xuan aún con una tenue sonrisa en los labios y Shi Qing Xuan con una amplia sonrisa y ojos risueños.

Ninguno había hablado más de lo necesario, las palabras sobran cuando el corazón y el alma están embebidos de amor. Los oscuros ojos del Dios de la Tierra se posaron en el largo y enredado cabello del Dios del Viento, quién lo llevaba suelto en caía libre sobre la espalda.

- ¿Por qué llevas el cabello tan enredado?

Shi Qing Xuan sonrió aún más, como si eso siquiera fuera humanamente posible. - Esperaba que no te dieras cuenta, - respondió, - traté de alisarlo lo mejor que pude, pero mi cabello es demasiado delgado y se enreda con facilidad. Debí elegir una peineta en vez del espejo el otro día con el vendedor.

Las cejas del fantasma se alzaron, por alguna extraña razón él había traído consigo la peineta que había reparado y olvidado en su choza. Sí no hubiera sido por Yin Yu, quien guardo sus cosas antes de prenderle fuego a su casa, habría terminado bajo incontables capas de cenizas, y quién sabe, tal vez el calor la hubiera calentado hasta quebrarla.

He Xuan tomo a Shi Qing Xuan por el brazo y lo halo.

- Ming Xiong voy a caer.

El Dios de la Tierra sentó a su amigo en una roca a la orilla del camino y sacando la humilde peineta de su camisola negra comenzó a desenredar el largo cabello castaño del Maestro del Viento.

Shi Qing Xuan se quedó quietecito y mudo recibiendo con agrado esas caricias. Sup sonrisa juguetona decayó un poco y se volvió una leve sonrisa llena de satisfacción. Cerró los ojos y dejó que las frías manos de su mejor amigo le acomodara el cabello.

« Extraño las caricias de mamá.» Pensó el joven maestro.

- Eso es todo, dame tu corona del pelo, - dijo He Xuan cortando con el hilo del pensamiento del Dios.

- ¡Ah!, S, sí, - contestó el joven Shi buscando dentro de su manga. Encontró el pequeño adorno y lo entregó.

He Xuan tomo la corona de la mano de su compañero, acariciándole tiernamente la palma de palomita, e hizo un pequeño moño de cabello y lo adornó con el dorado objeto.

« Que artículo tan simple, le compraré uno mejor la próxima vez. »

- Terminé vamos, - dijo He Xuan levantando a Shi Qing Xuan con mucho cuidado del suelo y con un suave movimiento colocó la peineta en la mano del Dios.

- ¿Esto es? ¡Mi peineta!. Creí que mi Ge' la había tomado. - Shi Qing Xuan la acarició repetidamente con sus tibias manos, « Mi Xiōngdì me la obsequio con mucho cariño.» recordó.

- Le encontré en el suelo el día que sembré las plantas en tu jardín. La flor de había desprendido así que la repare para ti, pero había olvidado regresarla.

- Gracias Ming Xiong eres increíble, - dijo Shi Qing Xuan besando la mejilla de su amigo para después salir disparado hacia el camino.

He Xuan sonrió al ver la felicidad de su compañero y caminó detrás de él regresando al silencio acojedor que existe entre dos personas que se aman.

No es tan fácil ser amigo de Shi Qing Xuan 🤷 (Tian Guan CI Fu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora