Molesto Park • Kookimin

07

PARK JIMIN

Durante el transcurso a la casa de Jungkook traté de contener mis lágrimas mientras acariciaba mi collar mirando hacia afuera. Me había quedado dormido por unos minutos hasta que al levantarme pude ver que ya casi llegábamos.

El taxista me ayudó a bajar mis maletas, le pagué y suspiré antes de tocar el timbre. La puerta fue abierta unos segundos después. Jungkook vestía de unos shorts negros, una camiseta blanca y se encontraba descalzo. Abrió sus ojos como platos de sólo verme y talló sus ojos.

– ¿A caso estoy soñando?– Murmuró y reí levemente, lo abracé hundiendo mi rostro en su pecho sintiendo cómo él me correspondía.– ¿Por qué lloras, amor?– Preguntó cuando sintió su camisa húmeda por mis lágrimas.

– Tenía en mente venir contigo, pero mi relación con mi madre empeoró.

Él se separó ligeramente de mí y sus ojos se quedaron en mi rostro.

– ¿Ella te lo hizo, Jimin?– La mirada de Jungkook era exactamente la misma que había hecho mi madre, ¿tan mal me veía o por qué hacían esa mirada?

– Fue Lee, también lo golpeé, pero ¿qué comparas mi fuerza con la de él?– Sonreí ladeado.

– ¿Ella se enteró de eso?– Jungkook tomó la maletas y las metió a su casa.

– Lo defendió a él.– Me metí en su casa viendo cómo él dejaba las maletas en la sala y después tomaba un botiquín de primeros auxilios.

– Maldito hijo de...

– Lo sé, Kookie.– Lo interrumpí mientras tomaba asiento en el sofá.– Me dolió más lo que me dijo mi madre que el mismo golpe.

– Mi amor, ellos no te merecen. ¿Te das cuenta de lo fuerte que eres? Yo me sentía morir y me quejaba de no verte en más de tres meses, pero tú tuviste que pasar por todo esto y aún así mírate, aquí estás y era lo que querías, ¿verdad?– Asentí sintiendo mis ojos cristalizarse para luego sentir sus finos y dulces labios en los míos correspondiendo a su suave beso.– Te amo, Jimin.

– Yo también te amo, Jungkook. Gracias por esperarme.– Juntó nuestras frentes con delicadeza y besó mi nariz.

– Fue un total infierno, pero definitivamente valió la pena porque te tengo aquí y sé que ambos seremos felices juntos.– Sonreí y besé su mejilla, Jungkook siempre tenía las palabras correctas para hacerme sentir mejor.

Después comenzó a curar mis heridas mientras me contaba un poco de su vida en estos tres meses, sobre todo de la escuela. Era divertido cómo él contaba las cosas con intención de hacerme sonreír lograndolo a la perfección. Subimos a la habitación de Jungkook cuando terminó y él abrió la puerta dejándome entrar primero.

– Bienvenido, Jimin. Mi madre salió a trabajar, pero estoy muy seguro que ella te recibirá muy bien.

– Gracias, Kookie.– Sonreí y observé a mi alrededor, la habitación seguía exactamente igual a como la había visto meses atrás. Me gustaba mucho este lugar, olía a hogar.

– ¿Sabes? Podemos buscar una universidad y rentar un departamento por ahí. Mientras tanto viviremos juntos aquí.– Tomó asiento en su cama.

– Es una buena idea, Kookie.– Ambos sonreímos, aunque mi vista se fue hacia un lindo broche dorado que se encontraba en su escritorio, caminé hacia éste para tomarlo entre mis manos.– ¿De quién es?

– De Ji-Eun.– En el momento en el que dijo eso, mi piel se erizó y dejé aquél broche en dónde se encontraba.– Lo olvidó hoy en la mañana, luego se lo devolveré.

– ¿Suele venir muy seguido?– Lo miré a los ojos y asintió.

– Casi todos los días.

Formé de forma inconsciente un puchero. Ella pudo verlo, escuchar su dulce y linda voz, oler el delicioso aroma de su loción e incluso sentir su tacto todo estos meses. Y yo no.

– Te amo, Jimin. ¿Te das cuenta de lo lejos que hemos llegado juntos sólo porque nos amamos?– Dijo él rodeando mi cintura al ver mi reacción.

– También te amo, Jungkook.– Lo abracé también y besé su mandíbula, aunque el sonido de mi estómago rugir interrumpió nuestro momento haciéndonos reír.

– Prepararé la cena.

– Yo te ayudo, Kookie.

– Debes de estar cansado, ¿por qué no te cambias mientras te preparo algo?

– ¿Puedo usar tu ropa? No quiero desempacar todo ahora.

– Por supuesto que sí, cariño.– Besó mi boca antes de bajar a cocinar, saqué unos shorts y una camiseta, sonreí de tan sólo percibir el dulce aroma característico de él. Realmente me hacía sentir feliz y protegido.

Me acosté en su cama y cerré lo ojos por unos momentos mientras sonreía liberando lágrimas de felicidad porque había esperado mucho por esto y finalmente lo había logrado. Estaba en casa.

Jungkook llegó minutos después con la cena, me senté en la y comí de la deliciosa comida que había preparado.

– Tengo una opción de universidad a la que podemos ir y la zona en la que se encuentra está muy bien. Escuché que Tae y Jin irían ahí y se mudarían a un departamento cerca de ahí. Si te gusta el edificio podemos rentar nuestra habitación ahí, con suerte y somos vecinos.

– Es una buena idea, amor.– Tomé del té que había preparado, él sonrió entrenecido y besó mi frente.

– Eres tan precioso, amor. Te amo tanto y no tienes idea de lo feliz que estoy de tenerte al fin aquí conmingo.

– Kookie, yo siento exactamente lo mismo.– Besé sus labios y al terminar de comer nos fuimos al baño para lavar nuestros dientes, al verme al espejo por supuesto que me sorprendí por cómo me había dejado Lee, ¿en verdad así estuve todo este tiempo? Ni yo mismo me reconocía, mi rostro parecía como si me hubiera metido en una fuerte pelea, pero sólo había sido golpeado por mi padrastro.

– Te prometo que cuando lo vea...

– La violencia no soluciona nada, amor.– Respondí en un suspiro.– Aún así no me arrepiento de nada.

– Créeme que yo tampoco me arrepentiré si lo veo y le doy una buena paliza.

– No, Kookie. Esto se solucionara en unas semanas, no pienses en odio en estos momentos, mejor ámame a mí y disfrutemos juntos que estamos juntos otra vez y en esta ocasión será para siempre, aunque eso dependerá sólo de nosotros.

Jungkook asintió y besó mis labios con delicadeza, después sólo nos acostamos y terminamos dormidos en brazos del otro.

Ayer estaba encerrado en mi habitación pensando en si irme de la mansión con dinero ahorrado y sin el consentimiento de Jungkook sería buena idea. Hoy me encontraba feliz en los brazos de la persona que amo, por supuesto que había valido la pena.