Capítulo 15: Eterna pesadilla.

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Me ha tocado dormir con lágrimas en los ojos, observar cosas que me lastiman con las ganas inmensas de ser como un ciego, vivir con el pensamiento de estar muerto, hablar conteniendo un nudo muy por dentro, y lo único que quiero es salir corriendo. Esto es una pesadilla en carne viva, espero algún día despertar de esta realidad que mata mi esperanza cada día.

Evaluna no ha parado de llorar sobre la venda de sus ojos. Sus mejillas están empapadas y su boca está realmente seca. Incluso ansía probar sus lágrimas saladas porque tiene una sed enorme pero la cinta en su boca solo reprime su llanto.

¿Cuándo despertará de aquella eterna pesadilla?

Su captor ha ido por comida y debe aprovechar el poco tiempo que le queda para pensar en cómo escapar. Su único problema es que está atada a una silla de hierro y si intenta moverse mucho puede caerse. En el suelo, y sobre todo atada, no lograría demasiado.

Ha intentado zafarse de la cinta adhesiva que tiene en sus muñecas pero de tantos intentos le duele demasiado el brazo y por ende le palpita toda la zona. Reprime sus lágrimas y se alza de valor. Siente un calambre en los brazos y espera un rato para intentarlo con más ganas. La cinta adhesiva es muy resistente y casi se resigna, pero de tanto jalar los brazos hasta su cuerpo en un fuerte empujón alza ambas manos y las lleva rápidamente hasta su pecho. Lo logró. Comienza a relajar sus muñecas rojas dando movimientos circulares para luego desatar la venda de sus ojos y también con mucho cuidado despegar la cinta restante de su boca. Incluso los labios los tiene dormidos.

¡Mierda, duele!

Solo le hace falta zafarse de las cuerdas que atan sus pies a las patas de la silla. Por suerte aún conserva sus zapatillas deportivas puestas y con un movimiento brusco se deshace de sus zapatos. Con solo sus medias es más fácil deslizar sus pies por la cuerda que de tanta resistencia al final se ha aflojado.

¡Es libre! Pero aquello no ha sido su salvación. Le queda más difícil. Y aún sigue presa.

Evaluna parpadea varias veces y observa la pequeña y oscura habitación. No hay ventanas. Solo una enorme puerta de hierro imposible de abrir. Si grita para pedir ayuda su raptor la podría escuchar y posiblemente matar. Donde él llegue y la vea desatada seguro se pondrá furioso.

La habitación está totalmente vacía, sin ningún instrumento que le sea útil para atacar. ¿Cómo puede escapar cuando él llegue? Le duele la cabeza de tanto pensar. No tiene opciones. Pero en un escritorio vacío parece haber algo reconocido. ¡Es su teléfono móvil!

Cuando Eva toma su celular maldice. Está sin batería y siente pánico. El GPS solo funciona con el aparato encendido y supone que nadie sabe su paradero. Tal vez su secuestrador se puso en contacto con sus padres, pero no puede esperar a que ellos paguen el rescate y menos cuando se ha desatado e intentado escapar.

Algo brillante reluce en la tenue luz sobre el escritorio. ¡Sus llaves! Las únicas pertenencias que llevaba al momento de ser raptada eran su celular y el manojo de sus llaves. ¿Le servirá de algo lo último? Parece que a Evaluna se le ha ocurrido una idea. Es su única opción de liberarse. Solo espera que sea una operación exitosa.

Intenta llenarse de fuerza y antes de prepararse para la acción se coloca de nuevo los zapatos. Debe esperarlo y prepararse para atacar. No es una manera de escapar que le enseñaron de pequeña pero en clases de defensa personal aprendió aquella técnica aunque nunca la había puesto es marcha.

"Solo no lo jodas, Eva", se dice a sí misma.

Sigue buscando algo más, pero parece que no hay ninguna otra cosa que le sirva de arma. Pero detrás del escritorio hay una carpeta escondida. Y dentro de ella hay archivos médicos y la fotocopia de una cédula identidad; Mauricio Parra. Tal vez es el nombre de su secuestrador, como tal vez no. Eso lo sabrá cuando lo enfrente. Evaluna calcula su edad desde su fecha de nacimiento: cuarenta y dos años. Su foto en el carné refleja a un tipo con rasgos marcados, cabeza calva y ojos pequeños. Aunque no distingue los colores en la fotocopia porque está a blanco y negro tiene la información necesaria. Espera que de verdad sea él y, sobre todo, espera escapar.

Entre lunares y pieles ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora