Domingo, 12 de agosto de 2018
—¿Quieres comer sushi? —le pregunta él.
—Mejor un helado —responde ella.
Evaluna y Milán caminan por las afueras de aquella residencia de casas. Han decidido pasar del auto aunque aún la idea de caminar es agotadora. La guerra de pieles que hace poco se desató los dejó sin energías. Recorren una cuadra y se detienen en una heladería colorida. Luego de tomar el pedido y recibir dos conos de helado de chocolate se sientan en una mesa vacía.
Una pareja de parlanchines que se encuentra frente a la mesa de ellos comparte un cono de helado para ambos y ríen cada vez que se derrite la crema en sus manos mientras juegan a lamerse los labios.
—Míralos... Qué patéticos se ven —se burla Eva lamiendo la crema de chocolate.
—Están enamorados —señala Milán. Sus dientes se congelan y espera unos segundos para lamer de nuevo el helado.
—Están jodidos. Cuando terminen no podrán vivir el uno sin el otro y eso es patético. Un final demasiado triste.
—Entonces si crees que será triste no analicemos sus posibles escenarios de rupturas. Odio cualquier tipo de final que sea triste.
Un silencio enorme se crea cuando la pareja de parlanchines se va y los deja solos en aquella heladería. Sus risas entretenían a Milán menos a Evaluna que se sentía aturdida.
—¿Por qué odias los finales tristes? —pregunta ella al rato.
—Porque te hacen sufrir —le responde él mientras que con una servilleta se limpia el líquido de chocolate que se derramó por su barbilla.
El sol derrite sus helados y ambos deciden darse prisa para acabarlos antes de que un charco de chocolate los bañe.
—No seas de mente cerrada. La mayoría de los libros y películas terminan en: "Vivieron felices comiendo perdices". Y es poco realista. En la vida real existen muchas historias antes de que tengas un final "feliz".
Milán mira el ámbar de sus ojos y continúa acabando su helado. Solo la escucha.
—¿Qué me dices de esas historias con relaciones casi perfectas que un día acaban? ¿No merecen contarse porque el final es un asco? Ninguna historia es demasiado triste ni demasiado feliz. Todas merecen contarse. Una te enseñó más que la otra y no sabes cuál es el verdadero final de una historia porque el resto que sigue es impredecible. Por eso me encantan las que tienen finales tristes porque muestran el dolor que sientes cuando una historia tan bonita se termina.
Evaluna se siente tocada. Exponer lo que siente sobre cualquier final la hace sentirse cada vez más humana, cada vez más sensible. Y a Milán le ha fascinado lo que ella ha dicho. Le sonríe y para cuando terminan sus conos de helado pide dos botellas de agua sin gas.
—A decir verdad cualquier final tiene buena historia. Tal vez algún final duela contarse, y quizás duele porque lo recuerdan con amor —le expresa Milán.
—¿De verdad crees en esas fantasías? El amor no existe.
—¿Crees en Dios?
—Sí.
—Dios es amor.
—Pero el mundo es un infierno.
—Un infierno lleno de esperanzas y amor.
—Eres muy crédulo.
—Y tú muy escéptica.
Frente a frente ambos parecen desafiarse. Se abre el debate de las perspectivas.
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Entre lunares y pieles ©
RomanceCuerpos perdidos en universos opuestos. Una mujer con sueños rotos y un hombre con metas exitosas. Ella volvió del infierno. Él cayó del cielo. Solo una coma detiene sus vidas en un paraíso lleno de pecados. Él no se llama Adán, pero el nombre de el...