La fiesta de la boda de Estela y Marcelo terminó a las seis de la mañana del domingo. Los recién casados se fueron a su luna de miel en las islas del Caribe y los demás se fueron a sus respectivas casas para descansar.
Evaluna ha invitado a Milán a su departamento. Es el momento de contarle toda la verdad de su vida y si él es capaz de aceptar lo que le sucedió en el pasado tal vez la relación entre ellos mejore.
Desde que ella hace meses se encontró a su exnovio en la calle, su culpabilidad se ha restado; su exnovio cargaba a una pequeña niña en sus brazos e iba acompañado de una mujer simpática. Lo entendió: la vida sigue para muchos con o sin ella. Así como él, a pesar de abandonarla por el trauma de lo ocurrido, siguió y empezó su vida desde cero, ella también podía empezar desde el principio. Solo se trata de seguir y dejar el pasado atrás.
El timbre que instalaron en la puerta de su departamento suena y vibra hasta en el pecho de Evaluna.
"Tú puedes", se dice a sí misma en su mente.
Inhala y exhala. Cuenta del uno al diez y le abre la puerta.
—Extrañaba tu departamento —afirma Milán y se pone cómodo en su nuevo sofá.
El interior del lugar luce mejorado, tiene nuevos muebles y accesorios; las paredes están recién pintadas y la madera del piso se reemplazó por cerámica. Aquello ha sido un regalo de sus padres; la familia González está más unida que nunca. El pasado quedó atrás para ellos.
—En realidad mi departamento te extrañaba a ti —señala entre sonrisas Evaluna—. ¿Quieres algo de comer? ¿Una taza de café?
—Café, ya sabes... Aún estoy medio dormido por la fiesta y necesito estar bien despierto para cuando me cuentes tus secretos más oscuros.
Aquello la hace sentir tranquila aunque él piensa incluso hasta lo peor. Pero quizás lo que ella le diga sea algo fácil de superar.
Evaluna le entrega una taza de café caliente con mucha azúcar y toma una fuerte bocanada de aire. Se sienta a su lado y se mira las rodillas.
Lo dirá...
—Sabes mi historia de niñera: lo hice para independizarme de mis padres e ir a la universidad que quería. En la universidad me enamoré de un "pobre diablo" según mis padres pero igual siempre luché por ese primer amor. Con él fue que perdí mi virginidad en su auto e igual fue una experiencia especial para mí. Aquí viene la parte difícil, ¿estás listo?
—Estoy listo.
—Bien, hace mucho no hablo de esto.
A Evaluna le tiemblan los dientes y Milán le pone una mano en la espalda para calmarla.
—Éramos novios oficiales pero la cosa se complicó cuando en el primer aniversario de noviazgo salí embarazada. Para mis padres aquello fue una mala noticia pero al final estuvieron durante mi embarazo aunque seguíamos un poco distanciados. Para mi exnovio la noticia fue difícil y a mí me tocó abandonar la universidad. A pesar de lo jóvenes y jodidos que estábamos era una bendición para nosotros ser padres y nos hizo ilusión porque nos amábamos en ese momento.
A Evaluna se le salen las lágrimas pero continúa.
—Yo vivía con él, teníamos todo listo para el bebé y estábamos felices. Cuando el día del nacimiento del bebé llegó estábamos realmente muy emocionados. Pero aquí viene la desgracia que marcó nuestras vidas: en el parto el bebé no venía en el canal correcto y no podía salir. Entonces me hicieron una cesárea con incisión vertical por urgencia porque era necesario extraer al bebé lo más rápido posible.
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Entre lunares y pieles ©
Roman d'amourCuerpos perdidos en universos opuestos. Una mujer con sueños rotos y un hombre con metas exitosas. Ella volvió del infierno. Él cayó del cielo. Solo una coma detiene sus vidas en un paraíso lleno de pecados. Él no se llama Adán, pero el nombre de el...