—Ese hombre debe creerse el dueño del mundo.
Estela le lanza una mirada fulminante a Evaluna y nota en ella algo común. ¿Resignación? ¿A caso ella no ha visto que aquel hombre tiene intereses diferentes con ella? Lo puede notar en él. No se parece a aquellos hombres engreídos del mundo. Pero Eva es un caso perdido. Y no puede discutir ese punto con ella.
Evaluna está juzgando algo injustificado solo por apariencia. Apenas pasan del coqueteo. No lo conoce a él. Y ella menos se deja conocer.
—¿Qué pasó con Alfonso? —le pregunta Estela para cambiar el rumbo del tema.
—Con Alfonso no pasó nada. Solo es un amigo.
Evaluna trata de mantenerse neutra. Pero Alfonso es otro tema complicado. Él parece que está enamorado de ella. Y ella lo quiere. Pero no lo ama.
—¿Un amigo? ¿Y la noche que terminaron juntos?
—Estaba borracha.
—No mientas. Él sí lo estaba. Y pensaste que él no lo iba a recordar.
—Bueno, eso no debió pasar. Y se lo dije.
—Pero no parece convencido.
Alfonso no es del tipo que se rinde demasiado fácil. Y es un dolor de cabeza para Eva.
—Cree que debe luchar por mi "amor".
—Eres un caso perdido, Eva. Estás muy... pero muy jodida.
—Estela, sé que no soy justa con los hombres y soy una puta insensible. Pero soy sincera. Le dije la verdad. Mi corazón no siente amor. Y él no me hará sentirlo tampoco. Nadie me hará cambiar de opinión.
—Tal vez Milán te haga cambiar de opinión.
Milán otra vez. ¿Es que acaso todo tiene que ver con él? ¿Cómo salir de Milán si todo camina hacia él?
—Ni porque sea el mejor sexo de mi vida —termina de decir más que convencida. Él no será tampoco la excepción.
Ambas sonríen y terminan soltando risotadas que hacen sonreír incluso a Marianela; la jefa de aquellas mujeres ha oído a hurtadillas lo que hablaban. ¿Milán? ¿Sexo? ¿Amor? Para Marianela todo es confuso. Pero tal vez para el destino no.
¿Qué pasaría si del sexo al amor solo hubiera un minúsculo escalón? ¿Y si aquel escalón se tiene que pisar porque sí?
El sexo para Milán es lo mejor del mundo; para Evaluna también. ¿Y si el sexo los une para algo más?
Marianela les anuncia a sus trabajadoras la hora de cerrar. Por fin Estela podrá ir a ver a su pequeña hija. ¿Y Evaluna? A ella nadie la espera en casa. Solo debe llegar a escuchar a su vecinito Pablo llorar. ¿Pero es que su madre no lo atiende? ¡Aquel mocoso no la deja dormir!
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Entre lunares y pieles ©
RomanceCuerpos perdidos en universos opuestos. Una mujer con sueños rotos y un hombre con metas exitosas. Ella volvió del infierno. Él cayó del cielo. Solo una coma detiene sus vidas en un paraíso lleno de pecados. Él no se llama Adán, pero el nombre de el...