Sábado, 11 de agosto de 2018
La entrada de la Universidad del Estado está abarrotada por autos de todo tipo y gente que se pavonea debajo de sus vestidos y trajes formales. En el estacionamiento se detiene un Audi, un Ferrari y un Sedán al mismo tiempo; Milán y Evaluna son los primeros en salir del descapotable; Marcelo, Estela y la pequeña Karen salen del deportivo; y por último, Marianela sale del último vehículo. Todos parecen entusiasmados, menos Marcelo que está a punto de agonizar por los nervios. Cientos de personas han venido a su evento.
—Vaya inversión la de vender todos tus autos para comprar este carrazo —apunta Milán haciendo énfasis al Ferrari.
—Todo mi esfuerzo ha valido la pena —comenta Marcelo con orgullo. Se despide de sus invitados para repasar lo que dirá en el seminario y antes de irse besa a Estela y a la pequeña Karen.
Las féminas que acompañan a Milán usan vestidos de gala que alquilaron especialmente para la noche; tres vestidos largos con brillantes azul de diferentes modelos usan aquellas mujeres y un vestido de tul celeste la niña.
En la recepción del auditorio entregan las entradas VIP y el hombre de seguridad detiene a Karen.
—Está prohibida la entrada de menores al evento.
—Es la hija de Marcelo, puede preguntarle personalmente si quiere. —Milán acomoda la corbata de su traje negro y se mantiene inmutable frente al gorila que tiene de frente.
El hombre no duda y mira una última vez a la pequeña.
—Pueden pasar.
Estela no se saca las palabras que le acaba de decir Milán al seguridad del evento y su corazón se arruga de conmoción. Todos caminan hasta el salón del auditorio y se dirigen hacia los asientos de la primera butaca que tienen asignada.
—Milano.
Un hombre cincuentón de canas prominentes y ojos verdes saluda a Milán con un abrazo.
—Papà.
El señor se presenta ante aquellas mujeres y todos se sientan en sus respectivos lugares. Su esposa, Patricia, apenas saluda con una cortesía forzada. Le cae mal la mujer que acompaña a su hijo.
Evaluna evita dar malas caras y le sonríe al padre de Milán. Estela le hace señas a su amiga para que mire hacia la dirección que señala prudentemente y un Alfonso desprevenido juega con su nuevo teléfono.
"Mierda, lo que me faltaba", piensa Evaluna tratando de pasar desapercibida. Pero Alfonso conecta con su mirada y se saludan con la mano.
Parte del protocolo comienza a darle la bienvenida a Marcelo y todos se levantan aplaudiendo durante su llegada.
—Buenas noches a todos —saluda Marcelo por el micrófono del amplificador de voz portátil y los aplausos no cesan ante su llegada al escenario—. Muchas gracias por haber venido. Pueden sentarse.
La gente se sienta y deja de ovacionar.
—Para los que no me conocen y han sido invitados por sus amigos, mi nombre es Marcelo Peralta y es un gusto para mí estar aquí frente a cientos de personas que buscan educarse para alcanzar el éxito. Es la segunda vez que estoy parado en este escenario frente a tanta gente que quiere emprender y liderar sus vidas. ¿Saben cuál es la mejor empresa para trabajar?
El público comienza a responder y Marcelo busca la mirada de su grupo de familiares y amigos.
—La que creamos para nosotros mismos —termina de responder él mismo—. El éxito tiene sus principios. ¿A quién le importa el éxito?
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Entre lunares y pieles ©
RomanceCuerpos perdidos en universos opuestos. Una mujer con sueños rotos y un hombre con metas exitosas. Ella volvió del infierno. Él cayó del cielo. Solo una coma detiene sus vidas en un paraíso lleno de pecados. Él no se llama Adán, pero el nombre de el...