Me das... ¿asco?

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(Foto multimedia: Alice Wilson)

*Narra Lily*

Lunes, asqueroso lunes. Odio terriblemente este día. El porqué es simple: empiezan las clases de nuevo. Por mucho que me guste aprender, me gusta mucho más tener ratos libres para mi. Sí, sé que muchas horas libres las paso en la biblioteca, ¡pero es porque nos hacen aprender más y más cosas! ¿No entienden que si nos explican una cosa nueva cada tres clases, nos bloqueamos y algunos no pueden seguir el ritmo? Ya han empezado a haber ataques de ansiedad en clase por culpa de la presión de los EXTASIS, y eso es peor de lo que imaginaba.

—Disculpe, profesora Sinistra —dijo una chica de Ravenclaw interrumpiendo el aburrido monólogo de la profesora— Podría repetirlo un poco mas despacio?

—Si, claro —accedió Sinistra— Desde donde quiere que repita?

—A ser posible... todo —dice ella

—Señorita Rickford, ya estaba usted distraída de nuevo, ¿cierto?

—No, si yo... —intenta rectificar, pero ya es muy tarde

— ¡Tiene que estar más atenta en clase, si no, para que me molesto yo en explicar la lección! Quiero el doble de deberes para mañana, señorita Rickford, ¿de acuerdo? —como no contesta, repite— ¿De acuerdo?

—Esto... señora Sinistra, se ha desmayado —informa su compañero de mesa

Veis, a esto mismo me refería. ¡Se desmayan a la mínima! Y eso que aún estamos a diciembre... A mi me pasaría lo mismo si no adelantara deberes. El problema es que hay muchas asignaturas, muchas clases, muchos deberes, pero pocas horas libres. Si le sumas que algunos tienen entrenamientos de Quidditch, o están en algún club... Al menos Slughorn ha parado de hacer esas insignificantes reuniones, no aguantaba más.

La profesora suspiró. Seguro que es el quinto alumno que se le desmaya en clase este mes.

—Por favor, señor Lupin, le agradecería que acompañara a su compañera a la enfermería para que le den uno de esos calmantes milagrosos de Poppy.

—Claro, profesora —acepta él

—No se moleste en volver, la clase acaba en diez minutos y seguro que no le dará tiempo de ir a la enfermería y volver a la torre de astronomía en tan poco tiempo.

—Claro, gracias —dice él levantándose del pupitre que comparte con... Potter.

Apartó la mirada en seguida al ver que me observa. No, Lily. Te lo acabas de imaginar. Él no te mira. Mierda. ¿Por qué es tan difícil no mirar a alguien que te está mirando a ti? Me pongo nerviosa pensando que él sigue observándome. Pero a lo mejor ya no me observa. A lo mejor nunca me ha observado realmente.

Para quitarme las dudas, cojo la pluma y hago como que juego con ella entre mis dedos. Entonces, finjo que se me cae al suelo sin querer. Aprovecho el momento en el que me giro a coger la pluma para ver si Potter sigue posando su mirada sobre mi. Y sí. James Potter sigue mirándome. ¿En qué momento decidí ponerme junto a la mesa de Potter? Ah sí, ya me acuerdo. Porque Anna se durmió y tuve que esperarla. Y para cuando llegamos, solo quedaban estos sitios libres.

—Señorita Evans, ¿me puede hacer un resumen de lo que acabo de explicar?

—Eh, sí, sí —digo sonrojada— Pues que las constelaciones... —ella niega con la cabeza—...las estrellas...—sigue negando—...los cometas?

—No señorita Evans, hablamos de las galaxias y sus respectivos planetas —suspira— Bien, como veo que sabe tanto del tema como para no prestar atención en clase, un pergamino de 2 metros sobre los aspectos tratados en clase. Dadle las gracias a la señorita Evans.

Te amo, Lily EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora