Te amo, Lily Evans

Ahora lo sé

*Narra Lily*

—¡Déjalo en paz! —grito

Potter y Sirius se dieron la vuelta. La mano del primero brincó hacia su pelo desordenándolo más de lo que ya estaba.

—Todo bien, ¿Evans? —Dijo Potter, y el tono de su voz fue mas maduro al hablarme.

—Déjalo en paz —repito mientras lo miro con gran desagrado— ¿Qué te ha hecho?

—Bueno —dijo, e hizo como si reflexionara— Es más el hecho de que existe, no sé si sabes a lo que me refiero...

Muchos de los que veían la escena se rieron, incluyendo a Sirius y Peter, pero Remus, tratando de interesarse en su libro, no lo hizo, ni tampoco yo.

—¿Te crees muy gracioso? —le espeto fríamente— ¡Eres un sinvergüenza, bravucón y arrogante, Potter! ¡Déjalo en paz!

—Lo haré si sales conmigo, Evans —Dijo él— Vamos... sal conmigo y nunca pondré una varita en Quejicus de nuevo.

—¡No saldría contigo ni aunque tuviera que escoger entre ti y el calamar gigante! —grito

—Mala suerte, Cornamenta —le consuela Sirius

Entonces Sev apunta a Potter con su varita; hubo un rayo de luz y la cara de Potter empezó a sangrar. Él giro rápidamente sobre si mismo y al segundo hubo otro rayo de luz y Snape estaba colgado boca abajo en el aire, su túnica cayéndole en la cara revelando unas pálidas, y flacas piernas.

La gente en la pequeña multitud vitoreaba a James. Sirius, él y Peter rieron.

Yo tenia una expresión de furia, aunque la escena me resultaba algo graciosa intenté no sonreír. Por Sev.

—Bájalo —ordené

—Claro —dijo Potter. Y con un giro de su varita, Sev cayó al suelo.

Apresurándose a acomodar bien su túnica, se paró rápidamente y tratando de agarrar su varita Sirius lo detuvo diciendo "Locomotor mortis" y Sev se quedó tieso sin poder moverse.

—DÉJADLO EN PAZ —grito. Tenía mi propia varita en la mano, y Potter y Black me miraron asustados.

—Ah, Evans... —me dice Potter— No me hagas hechizarte.

—Quítale la maldición entonces.

Black suspiro profundamente, para luego volverse hacia Snape y murmurar el contra-hechizo.

—Ya está —dice Potter mientras Sev se ponía de pie otra vez— Tienes suerte de que Evans esté aquí, Quejicus.

—No necesito ayuda de una asquerosa sangre sucia como ella. —dice Sev casi sin voz.

Yo parpadeo rápidamente para intentar que no broten las lágrimas que retienen mis ojos. ¿Cómo ha podido?

—Bien —digo— No me molestare en un futuro. Y yo lavaría mis calzones si fuera tu, Severus.

—¡Discúlpate con Evans! —Potter le grita a Sev, mientras su varita apunta directa a él.

—¡No quiero que tu lo hagas disculparse! —grito volviéndome a Potter— Eres tan malo como el...

—!¿Qué?! ¡Yo nunca te llamaría....ya sabes que!

—Tonteando con tu cabello porque piensas que es genial, como si te acabaras de bajar de la escoba, presumiendo con esa estúpida Snitch, caminando por los pasillos y hechizando a cualquiera que te cae mal sólo porque puedes... me sorprende que tu escoba pueda elevarse del suelo con esa cabezota y ese ego que llevas encima! ¡ME DAS ASCO!