¿Empezamos de nuevo?

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*Narrador 3a persona*

Sale corriendo de la habitación sin molestarse en cerrar la puerta. Baja las escaleras a toda prisa hasta llegar a la Sala Común, pero cuando va a salir por el hueco del retrato para escapar del problema en el que ella misma se ha metido, alguien la detiene

—Anna, ya has oído a McGonagall. Mientras dure la tormenta no se puede salir de la Sala Común a menos que sea para ir a clase

Ella se gira y descubre que es Austin Thomas, un compañero del equipo de Quidditch. Ellos dos se llevan bastante bien, pero no tienen tanta confianza como para llamarse amigos propiamente dichos.

—Austin, ahora no es el momento de eso. Necesito pasear un rato.

—Está bien, pero ves con cuidado de que no te pille ningún profesor.

—Claro, gracias.

Esa es una de las cosas por las que a Anna le cae bien Thomas. Nunca pone reparos a nada a menos que sea necesario o de vida o muerte.

Ella sale de la Sala Común ráidamente, y cuando lo hace empieza a caminar sin rumbo fijo. En estos momentos iría a la cabaña de Hagrid a despejarse hablando con él, pero la tormenta no ha amainado y el semi-gigante está en el castillo con los profesores así que...

No tiene muy claro a donde dirigirse para que no la vean los profesores, que pueden estar en todas partes y ella no saberlo, pero si sabe una cosa... No ha estado bien por su parte irse así de la habitación y dejar a Sirius plantado. ¡Pero esque no lo ha podido evitar! En su momento le hizo mucho daño, y aunque ella ha sido sanando las heridas, las cicatrices siguen ahí, y no es fácil olvidarse de lo que pasó. Las imagenes de su traición siguen grabadas en su mente como si fueran una película para adolescentes cursis y sentimentales. Y cuando lo ha besado se le ha venido todo a la cabeza de nuevo. Y es que el olvido tiene buena memoria cuando quiere...

Cree oír pasos acelerados que provienen del pasillo contíguo, así que acelera el paso para entrar en el baño que hay a unos metros de allí. Seguramente será un alumno, pero no puede arriesgarse a que sea un profesor y la castigue.

Cuando pasan unos minutos abre la puerta solo lo justo para que pueda mirar si hay alguien a la vista. Como no ve a nadie sale de su "escondite" —por así decirlo— y sigue caminando mientras piensa en todo lo que le vendrá encima cuando tenga que volver a encontrarse con los demás. ¿Qué le dirán? ¿La tratarán de tonta? ¿De inmadura? ¿O de débil? No. Sabe que ellos no son así. Pero aún así tiene... ¿miedo?

No sabe qué hora es, pero empieza a tener algo de hambre. Aunque, bueno, ella siempre tiene hambre. Si no fuera por el Quidditch, ella asegura que estaría como una foca. ¿Piensa en llamar a los elfos para que le traigan comida, ¿pero dónde va a comer? ¿Por el pasillo? ¿Y donde dejaría el plato? ¿En el suelo? Lo podría hacer invisible, o hacer que desapareciese, pero como no ha podido arrebatarle la varita a Sirius no la tiene.

Decide ir al último piso, donde no se hace ninguna clase, así que no habrá profesores y estará a salvo. Y con un poco de suerte, podrá pensar con claridad.

Hace unos minutos en la habitación...

—Sirius... —dice la chica pelirroja acercándose a el chico, que se ha quedado parado ante tal uída por parte de Anna

—No, Lily, da igual —dice. Aunque su expresión no refleja lo mismo.

—Canuto, ella estaba... Tenía... Bueno, tenía bastante presión ecima —intenta animarlo el azabache— No creo que fuera por ti. Simplemente no era el momento ni el lugar oportuno.

—James tiene razón —le apoya Remus— A mi también me parece eso.

—Antes nos besabamos en público y no era problema —les contradice Sirius mirando al suelo

Te amo, Lily EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora