El pétalo de lirio

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(Foto multimedia:)

Maratón 3/4

*Narrador tercera persona*

Era una tarde de otoño, un día caluroso del mes de noviembre. 19 de noviembre para ser más exactos. Los alumnos de Hogwarts corrían por los pasillos. Y el profesor Horace Slughorn se dirigía camino a su oficina.

Esquivaba a los alumnos que presurosos se dirigían a sus clases y a otros que solo paseaban por ahí. Pero justo al dar vuelta en el tercer corredor a la izquierda encontró a dos de sus alumnos.

-¡Black! ¡Potter!-exclamó el profesor de pociones y los dos muchachos dieron un saltó de susto

-Pro... profesor Slughorn -titubeo Sirius

-¿Qué es lo que hacen tan cerca de mi oficina ustedes dos? -preguntó el profesor

-¿Nosotros? -exclamó James haciendose el inocente

-No veo a nadie más, señor Potter -anotó el profesor mientras seguía su camino dejando atrás a sus estudiantes

Los chicos totalmente nerviosos, trataban de adelantársele pero sus intentos eran inútiles. Hasta que se pararon de frente a la entrada de su oficina.

-¿Qué les ocurre a ustedes dos?-gruño Slughorn

-No puede pasar profesor -chilló James

-¿Por qué no, Potter? El letrero dice Horace Slughorn -bramó mostrando el letrero- Y yo soy ese tal Horace Slughorn lo que me hace acreedor a este espacio, al cual puedo ingresar cuando a mi me de la gana -gruño enfadado por la actitud poca racional de sus estudiantes

-Estamos tratando de salvar su vida profesor -gritó el oji-gris

-Sirius, sé que no eres precisamente el más brillante de los Black, pero hasta tu sabes que eso es ridículo-gritó irritado -Háganse a un lado -les ordenó apartándolos bruscamente con sus manos

Al entrar a su oficina, las cortinas las encontró corridas. Y la luz que entraba reflejaba justo al escritorio donde deslumbraba un pequeño recipiente transparente, una pecera con agua cristalina y con algo flotando en la superficie.

Se acercó con cautela, lentamente hasta quedar de frente a una distancia apropiada para apreciar minuciosamente los detalles.

-¡Un lirio!-exclamó el profesor fijando sus ojos en el pétalo que flotaba en la superficie, sin entender del todo lo que eso significaba levantó su mirada lentamente hasta encontrarse con una melena de cabello rojo y unos hermosos ojos verdes esmeralda que brillaban en el rostro de una bella joven que portaba el uniforme de Gryffindor- ¡Lily!-exclamó de nuevo el profesor mirando a su alumna.

Y como si hubiesen sido las palabras mágicas adecuadas, el pequeño pétalo de esa flor empezó a hundirse. Lentamente descendía y el profesor lo miraba con total extrañeza, pero justo antes de que este pétalo llegase al fondo y chocara con el cristal sufrió una metamorfosis y se transformo en un lindo pececito. Los ojos del profesor y de los presentes se abrieron maravillados.

-¡Es una magia excepcional!... ¡Hermosa a la vista!-exclamó mirando a su alumna -Gracias, muchas gracias -susurró el profesor aún anonadado por lo que sus ojos acaban de percibir- Te llamaras Francis -le habló a la pequeña criatura que nadaba en la pecera

Lily solo le regaló una sonrisa y sus ojos se iluminaban con solo ver la felicidad reflejada en el rostro del docente que tenía al frente.

-No hay de que, profesor Slughorn -dijo amablemente

-¿¡Estáis todos bien ahí dentro?! -se oyó un grito fuera

El profesor resopló exasperado, y se encaminó a abrir la puerta

-¡Por favor, señor Potter, señor Black! ¿Qué pensaban que podría estar pasando?

-Pues... -el oji-gris miró de soslayo a la pelirroja intentando decirle algo

-Que, ¿señor Black?

-Pensábamos que habia un mortífago -se apresuró a intervenir James

-¿Un mortífago? ¡Por las barbas de Merlín! -rió el profesor- Tenéis una imaginación muy portentosa, chicos, ya lo creo. Pero lamento deciros que con este tipo de temas no se juega, ¿cierto señorita Evans?

La mencionada asintió dándole la razón, mientras les lanzaba una mirada asesina a los dos Gryffindors, que Horace pareció notar, ya que enseguida añadió:

-Bueno, será mejor que os encaminéis hacia vuestra Sala Común, o hacia vuestra próxima clase -se dirijió a su mesa y depositó allí los pergaminos y libros, junto a la pecera- Y nada de estar deambulando por los pasillos, que ya hay suficientes alumnos como para que se le sumen otros dos aún mas revoltosos. -se giró y con una sonrisa de oreja a oreja se dirijió a Lily- Y usted, señorita Evans, acompañeles, por favor, ya sabe que no me fío de ellos.

-Claro, profesor Slughorn

Ella se dirigió a la puerta y pasó entre los dos Merodeadores, que aún estaban plantados en la oficina del profesor de pociones como dos estatuas.

***

-¿Por qué estabais tan preocupados? -preguntó la pelirroja una vez salieron

-Que, ¿por qué? ¿En serio lo preguntas? -dijo el azabache

-Lily, esta mañana dijiste que tenias "una sorpresa" para Slughorn -explicó Sirius

-¿Y? -siguió Lily aún confundida

-Pues que todos sabemos que Slughorn te parece un pesado y pensamos que te ibas a vengar

-Y ahora yo os pregunto... ¿eso es propio de mí?

-Pues... no -cocluyó el oji-verde

-Pues ya está -dijo la pelirroja con una sonrisa

-Pero aún no entiendo una cosa.

-¿El qué, Black?

-¿Por qué le regalas un pez? -acabó James

-¿Y por qué no? -dijo Lily divertida repitiendo las palabras del azabache

-Touché, pelirroja -sonrió Potter

-Bueno, la razón es simple -empezó a explicar

-¿Cuál es? -dijo Sirius con curiosidad

-El pez, aunque se creó con magia, necesita sus cuidados, como todo ser vivo. Por lo que como le ha gustado tanto, se encargará bien del pez, y así tendrá menos tiempo para hacer esas reuniones absurdas.

-Oh! Bien pensado pelirroja -dijo Sirius dándole un codazo amistoso

-Además -siguió ella- Slughorn necesita compañía. Gente que no lo critique cada dos por tres, ¿no creéis?

Te amo, Lily EvansDonde viven las historias. Descúbrelo ahora