Ojos de Ocaso

4.1K 193 77
                                    

—Eatonville (Washington) – 2211 —

Eatonville es un pueblo ubicado en el condado de Pierce en el estado de Washington, un lugar visitado por años de alpinistas y amantes de la naturaleza, los habitantes sacan provecho de ello teniendo buenos ingresos, sobre todo en épocas de vacaciones, y a pesar de lo que las personas del pasado creyeron, la tecnología avanza a la par de la naturaleza, los Luthor se encargaron de respetar la flora y fauna, así que la atmósfera terrestre fue recuperándose poco a poco, podría ser el futuro pero con el medio ambiente de los años 50's.

Una pequeña castaña de ojos rojizos como el ocaso, camina por el bosque segura de sí misma, no quiere estar en casa, cerca de aquellos familiares que constantemente la molestan por el color de sus ojos o estatura, ella se siente feliz consigo y a pesar de lo que ellos creen, no le fastidian los insultos sino sus horribles voces. Dicen que la familia está para apoyarse los unos a otros, pero ella nunca convidaría sus malvaviscos de chocolate con los niños que dicen ser sus primos, son seres insignificantes que no merecen esa cortesía.

Aspira el aroma a plantas húmedas y cierto olor a animales, no le desagrada en lo absoluto. Le resulta inspiran te y acogedor. Su madre la había hecho vestirse como una pequeña bola de nieve, traía una chamarra blanca, pantalones de lana del mismo color y botas azules, un gorro blanco cubre su cabeza y los guantes comienzan a incomodarle, pero es Noviembre y el frío es intenso, todavía no hay nieve así que puede caminar sin temer resbalar. Hace una mueca de fastidio al rascarse la zona de su clavícula, la blusa de cuello alto comienza a picar, detesta el cuello de tortuga.

Escucha quejidos agudos similares a los de un cachorro, y guiada por su curiosidad sigue el sonido hasta encontrarse con un pequeño cachorro de lobo, es de color negro y tiene lastimada la pata trasera derecha, cojea aullando lastimero probablemente llamado a su madre, no debe tener más de un mes de nacido, todavía necesita ser protegido por la hembra que le dio la vida, pero ésta brilla por su ausencia. La niña se acerca evitando hacer el menor ruido posible, el cachorro la ve cuando ella ya está de rodillas ante él, pero este no se coloca a la defensiva como los perros, al contrario parece gustarle el aroma que la pequeña emana, restregándose en el regazo de ésta, quien sonríe tomándolo en brazos abrazándolo contra su pecho.

-Estás temblando — Murmura y abre su chamarra para protegerlo mejor del frío — ¿Tú madre también te abandona cuando estás herido?-

Conoce el sentimiento a pesar de tener solo seis años. Se pone de pie con dificultad y camina de regreso a casa, ya tenía un plan armado en su mente, ocultaría al cachorro en el viejo garaje de su abuelo, nadie lo usaba y era cálido, habían mantas y algunas canastas viejas que podría usar para hacerle una cama, sonríe al sentir la lengua del cachorro en su mejilla, se ve feliz y entonces se da cuenta de por qué fue abandonado, es ciego, puede notarlo en sus ojos, ella se siente identificada pues también tiene cierta dificultad para ver, por esa razón debía usar gafas para leer, pero hoy no las lleva puestas para evitar que los tontos de sus primos las rompan otra vez.

-Leí sobre los lobos en la biblioteca, abandonan a las crías defectuosas o las devora, fuiste afortunado al solo ser herido-

Ve el garaje más cerca y corre hasta meterse por la puerta secreta detrás de los contenedores de basura, solo un niño o alguien delgado podría caber ahí. Enciende la linterna de sus botas, eran como prendedores de delfines e iluminaban muy bien, patea una de las canastas hasta colocarla boca arriba y con el pie mueve las cobijas más suaves sobre esta, pone al cachorro cuidadosamente en su nuevo nido. Rebusca en los viejos cajones algún kit de primeros auxilios, no tiene mucha suerte ahí, alza la mirada y ve una cruz roja en la pared, sonríe al reconocer el símbolo y utiliza una silla subiendo a la mesa de metal y así abre el casillero sacando, vendas, agua oxigenada y un par de guantes.

Amanecer Del Sol RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora