Familia

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—National City – 2211 —

Diciembre una vez más, han pasado demasiadas Navidades que no quiso festejar, tan solo va al parque y se sienta frente los rostros en mármol, Samantha, Winn y por supuesto, Lena, en quien solo concentra su mirada bajo la capucha de su sudadera, no ha mostrado su rostro en público desde que murió, la única en verlo fue quien cree fue su reencarnación, Kieran. Pero ella ya no estaba y en realidad nunca pudo recuperar todas sus memorias, era a similar a Lena e incluso olía igual, pero nunca fue ella. Saborea sus labios al detectar el aroma a sangre, posa su mirada en quien ha resultado herido, se trataba de un niño que había tropezado y caído al suelo cortándose la mano. Contiene al monstruo renaciendo dentro de sí nuevamente para no atacarlo, ella nunca asesinó niños, y nunca lo hará, porque son inocentes hasta que claro, llegan a la adolescencia.

Vuelve la vista al rostro de Lena y suspira conteniendo la respiración, ladea la cabeza al escuchar murmullos a la lejanía, el tiempo ha pasado y ha visto muchas cosas desaparecer, así como tantas ser creadas por sus descendientes, pero las personas parecen querer seguir manteniendo los mismos valores, murmurar sobre aquello que les resulta desconocido o extraño, como lo es ahora ante nuevos ojos humanos. Cada día va a la misma hora al parque, sentada en el medio de la banca sin mover un solo músculo, llamando la atención por supuesto, ya que muchos de los que visitan el parque aseguran haberla visto de niños, y no se equivocan pero hasta ahora, no hay avances en cuanto a preservar la vida, y podrían creerla un extraño de otro planeta, después de todo la Tierra ya había hecho contacto con otra especie en la una galaxia lejana.

Eso le recuerda a Supergirl, la Kara Danvers de Tierra 38, quien posiblemente se mantenga joven como ella, con la diferencia de que tiene a la fuerte e imponente Lena de ese universo, a su lado. Decide levantarse e irse, llamar demasiado la atención podría traer problemas, por lo que camina con las manos dentro de los bolsillos de sus vaqueros, bloqueando los sonidos pues al experimentar nuevamente la sed de sangre, sus sentidos se incrementan a un nivel crítico en el que podría perder el control. Y como si fuese una mala broma del universo, choca con alguien, por supuesto esta persona cae por el impacto a su cuerpo, pues era como chocar contra un muro, levanta un poco la vista para ver a un hombre agitado haciendo una mueca de dolor al tocarse el hombro.

-¿Qué miras imbécil? — Ladea la cabeza al escuchar su pregunta y se da cuenta que ya estaba lejos de la urbanización.

-Te miro a ti — Usa una voz grave y seca, oliendo el miedo en el hombre — Y me pregunto, ¿qué haces aquí?-

-Mis actos no te incumben — Aun le dolía el hombro al ponerse de pie — ¿Y qué ropa extrañas estás usando? — Se mofa ocultando su miedo — Ese atuendo tan antiguo y espantoso ya no se utiliza-

-Lo sé — Menciona con tranquilidad.

-Eres extraño-

El hombre ríe y continua su camino moviendo el hombro por el dolor, y al mirar hacia atrás detiene sus pasos al ya no ver al extraño, olvida el dolor y un sentimiento pesado lo inunda, al girarse dispuesto a huir vuelve a chocar contra ese firme cuerpo y una vez más cae a la acera, sólo que ahora, se veía asombrado al mirarle.

-Es descortés llamar a una persona de esa manera — Esboza su sonrisa extraña, colocándose de cuclillas para mantenerlo asustado en el suelo — Me repele que un ser tan insignificante como tú, me diga tal adjetivo-

-O... Oye tran... tranquilo — Tartamudea y al oler su miedo, amplia más su sonrisa.

-Han pasado décadas desde que no huelo el miedo de un cobarde, es cautivante y embriagante — El acento británico que posee se oye más marcado — Dime George... — Usa un tono lúgubre y él abre los ojos aterrado pues nunca le dijo su nombre — ¿Por qué hay sangre en la suela de tus zapatos?-

Amanecer Del Sol RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora