Me encontraba en el mercado ya. Había salido lo antes posible de casa, no soportaba los gritos de mi madre enfurecida.
Decidí no pensar en eso y concentrarme en las compras. A unos metros de mi, ví a una joven de mi edad haciendo las compras también.
Me pareció muy hermosa.
Pero era una mujer, y yo no podía tener tales pensamientos sobre una chica. Eso no era lo que Dios quería.
Me repetí a mi misma que esos pensamientos eran tentaciones del Diablo y seguí haciendo las compras.
Pero esos pensamientos no salían de mi cabeza.
Oh Dios, ¿Qué me sucede?