Lyra se arrastró desesperadamente hacia mí.
-¿Estás bien?
-Sí, estoy...-Tosí un poco, sintiendo un leve dolor en la cabeza que fué disminuyendo lentamente. -Estoy bien, tranquila. ¿Cómo estás tú?
Cuando movió su brazo, me paralicé.
Ví una herida de daga que tenía en el abdomen.
Y mi mundo
se vino
abajo.