Seguía sentada bajo el mismo árbol, no sabía qué hacer.
Pero ahora estoy por mi cuenta, puedo hacer lo que quiera.
Empecé a caminar. Desayuné unas frutas que encontré en el camino y seguí, sin rumbo fijo.
A cierta distancia, ya iba distraída por la abundante belleza del bosque. Y me caí por una pendiente.