Me sorprendí cuando la sentí tomar mi cintura y acercarme a ella.
No me opuse.
Cerré mis ojos al sentir como sus suaves labios besaban los míos.
Correspondí.
Me volví a perder en ella.
Comencé a encontrarme en ella.
Era la sensación más agradable que había tenido.
Ella era parte de mí.
Y yo era parte de ella.
Nos complementabamos.
Nos unimos.
Nos fusionabamos.
Y en ese momento,
lo descubrí.
Había encontrado el paraíso
en el mismísimo infierno.