Abrí la puerta de golpe y ví a Lyra peleando con uno de mis tíos y mi ex-vecino. Leopoldo salió ladrando y mordió en la pierna al segundo hombre.
Yo, sin pensarlo dos veces, golpeé a mi tío en la cabeza con el rastrillo. Él cayó y me miró.
-¡Arisa! -Se veía furioso. Pero yo lo estaba aún más.
-¡Cállate, monstruo sin corazón! -Seguí golpeándolo, viendo como agonizaba con cada golpe que le daba. Hasta que no lo ví dando su último suspiro, no paré.