Ese maldito dibujo lo único que me había traído era problemas.
Desde que todos se enteraron que yo había dibujado a dos chicas dándose un beso, mi vida se convirtió en una pesadilla.
Afirmé repetidas veces que yo no desobedecí a la palabra de Dios, pero internamente sentía que algo estaba cambiando.
Empecé a sentir que quería besar a una chica.
Me asusté.
Dios no permitía tales actos impuros.
Los chicos con las chicas.
Las chicas con los chicos.
Y punto.