Al día siguiente, me desperté y Lyra no estaba en la cama. Anoche me dormí pensando en ella.
Me quedé un rato más ahí y después bajé con algo de dificultad por mis heridas. Una vez abajo, me dirigí a la cocina.
-Buenos días, ¿Dormiste bien? -Me saludó.
-Buenos días, y, si, dormí genial, gracias. -Le sonreí y me senté en una silla, apoyándome en la mesa.
-¿Quieres jugo? -Volteó a verme sonriendo.
-Sí, por favor.
Desayunamos y salimos al bosque.
Tardamos un rato en lavar la ropa. Después, volvimos y había un gato sentado en la puerta.
-¡Alastor, volviste! Ris, este es mi gato. -Me explicó. Yo sentí una sensación extraña pero agradable al oír el apodo que me me había puesto.
-Es muy lindo. -Me acerqué sonriendo y lo acaricié suavemente.