-¿Qué haces aquí? -Me preguntó. No sonaba agresiva, sino más bien curiosa. Dejó la máscara suavemente en el suelo y se sentó enfrente mío.
-M-Me desterraron... -Hablé en tono muy bajo.
-Oh. Lo siento mucho. ¿Te llamas Arisa, cierto?
-Sí.
-Es un hermoso nombre. -Me sonrió.- Oye, ¿Te caíste, no? ¿Te duele algo?
-Me duele una pierna, un brazo y un hombro, pero no es gran cosa.
-¿Puedes caminar? -Dudé e intenté pararme. Lo hice con dificultad.
-Te ayudo. -Con una mano tomó la máscara y con la otra me ayudó a caminar.- Aparentemente soy una bruja ahora. -Comentó para luego soltar un bufido.
-Sí... yo también. ¿De dónde sacaste esa ropa?
-Encontré una casa de una bruja, pero la bruja estaba muerta.
-Oh.