Cayó la noche.
Lyra estaba en la cama, y yo en el suelo, junto a ella. No quería que la deje sola. Esos malditos la apuñalaron.
Alastor estaba acostado junto a ella y Leopoldo estaba sentado junto a mí.
-¿Te sientes mejor?
-Sí, Arisa, tranquila.-Me sonrió.
-Es que... -Suspiré.- Es todo mi culpa.
-¡No! No lo es, no te culpes. -Me indicó el lugar a su lado, para que me siente con ella. Lo hice. - No sé que hubiese hecho si no hubieses estado aquí...