-Tenemos que entrar, ahora. -Me susurró Lyra, abriendo la puerta trasera.- Nos están buscando... No, están buscando al perro. -Me asusté. No quería que se llevaran a Leopoldo. -No vamos a dejar que se lo lleven. -Afirmó decidida.
En ese momento, adoré más a Lyra. Miré a mi perro y le acaricié suavemente el cuello, sintiendo una soga rota. Se había escapado.
Oímos más gritos mientras entrábamos a la casa. Llamaban a Leo. Una vez adentro, me sorprendí al ver a Lyra poniéndose su máscara y tomando un arma de fuego.
-Sólo la usaré si intentan lastimar a alguno de los tres... cuatro. -Se corrigió al ver a Alastor acariciando sus piernas. Ajustó su agarre y corrió hacia la puerta a sostenerla, porque esos hombres intentaban entrar.
Yo sabía que conocía a esos hombres. Me crié con ellos. Pero arruinaron mi vida. Y ahora que estoy bien, vuelven.
Y no pienso permitir que lastimen a Lyra.
Estoy en deuda con ella.
