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La melodía de aquel piano era lo único que era audible en esa habitación, la mirada del chico era aburrida, era la quinta vez que tocaba la misma canción ¿por qué? Bueno, la respuesta estaba sentada frente a él. Un hombre con lentes y cabello gris lo observaba con su típico ceño fruncido, tenía esa cara amargada hace tanto tiempo que el rubio ya empezaba a preguntarse si aquel hombre estaba enojado o si así era su rostro.

—Es suficiente —hablo sacándose los lentes y fregando su entrecejo.

—¿Cómo lo hice? —pregunto preocupado.

—Es aceptable. Creo que fue suficiente por hoy.

—Oh, bien.

—Iré a mi despacho, si necesitas algo llama a Nathalie.

—De acuerdo —contesto tras un corto silencio.

Sin más que decir, Gabriel salió del cuarto, dejando completamente "solo" a su hijo. Al momento en que la puerta se cerró un pequeño felino salió de debajo de la cama y se posó sobre el gran piano negro.

—Si quieres pasar tiempo con él deberías pedírselo.

—Está muy ocupado. Lo viste ¿verdad? Parecía realmente cansado.

—¿En serio? Para mí se veía frustrado, parece ser que un diseñador está teniendo un bloqueo creativo.

—Papá nunca se bloquea, o al menos no hasta ahora.

Ambos estaban en lo correcto y equivocados al mismo tiempo. Gabriel Agreste estaba cansado y frustrado, frustrado porque sus planes no resultaban como quería, no se debía por un tropiezo en su trabajo, sino más bien por los tropiezos de sus batallas, cada pelea perdida contra Ladybug y Chat Noir lo hacía frustrarse más.

Incluso aumentando los poderes de Tormentosa había sido derrotado una vez más. Y este ciclo se repetía una y otra vez, alguien era consumido por la ira y akumatizado para que pocas horas después fuera vencido por los héroes de parís. Solo necesitaba ganar una vez, pero eso jamás ocurría.

—Bueno, supongo que estará teniendo un mal día —soltó Adrien separándose del piano.

—¿Apoco tiene días buenos?

El chico miro con una sonrisa a su kwami, casi de inmediato su celular emitió un sonido. Sacándolo de su bolsillo vio la notificación, un mensaje.

Juleka: Hey, ¿estas libre?

Adrien: Sí, aunque dudo que me dejen salir ¿qué sucede?

Juleka: Nada, estoy aburrida, ¿videollamada?

Antes de que pudiera responder la pantalla empezó a emitir sonido, una foto de la chica apareció con dos símbolos, uno verde y otro rojo.

—Voy a hablar con alguien, no hagas mucho ruido por favor.

—Estaré en mi escondite —hablo el kwami feliz metiéndose en un cajón que estaba repleto de queso.

Una vez que el kwami estuvo fuera de vista atendió la llamada. En la pantalla del celular apareció una chica con un flequillo morado y con los cabellos desparramados sobre un colchón, sin dudarlo estaba acostada.

—¿Qué haces? —pregunto comiendo lo que parecía ser una uva.

—Nada, papá acaba de dejarme solo así que no tengo mucho que hacer.

—¿Extrañas a papi? —bromeo.

—Sí, mucho.

Los dos rieron ante ese pésimo acto de ambos.

Eres Perfecta Para Mí (Adrileka)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora