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Tenso, el aire estaba demasiado tenso. Adrien y Ladybug se miraban sin ocultar la rabia. La heroína suspiro pesadamente, todos los presentes lo sabían. Ni siquiera llego a decir "Tikki, puntos fuera" ya que el traje desapareció antes. De su bolso saco un macaron, el cual le entrego a la desconcertada kwami.

Su pecho se estrujaba. No solamente la habían rechazado, sino que había sido descubierta y tendría que entregar sus aretes y por consecuencia despedirse de Tikki. Quería llorar, pero evitaba hacerlo. Ambos héroes voltearon a ver al par de hermanos, no hacía falta que ellos estuvieran allí ni que supieran cómo se veía el maestro, sólo había una cosa por hacer.

—Princesa, iré luego a... Mañana te llamare, ¿ok?

—¿Qué?

—Mañana te llamara —declaro la azabache con una mezcla de enfado y seriedad—. Ninguno de ustedes puede venir con nosotros, no sería bueno que alguien aparte de nosotros supiera la identidad del maestro. Váyanse.

—Sólo... hazle caso. Te prometo que mañana te llamare —hablo Adrien.

Todos se miraban con completa amargura, salvo Luka, él simplemente permanecía con su mirada preocupada sobre Marinette. Incluso ambos kwamis desconocían cómo terminaría aquello, ¿tendrían nuevos portadores o conservarían a los actuales? Ambos preferían la segunda opción.

Plagg raramente se mostraba mal, pero esta vez fue diferente. Algo nervioso se acercó flotando a la gótica, ella sólo lo miro un poco extrañada, pero levanto ambas palmas, para así dejar que el felino se parara sobre ellas.

—Em... Escucha. Si algo llega a... tú sabes, si yo no... Cuídalo, ¿sí?

La gótica sólo sonrió levemente, asintió y le dio un pequeño beso al kwami en su gran cabezota. Éste le devolvió la sonrisa. Adrien probablemente en una situación normal habría ardido en celos, pero esta vez espero a que el kwami regresara a él. Con un ademan se despidió de los Couffaine y siguió a su compañera de aventuras a un lugar desconocido.

Luka aún trataba de comprender todo, giro para ver a su hermana esperando algún tipo de explicación, pero ella estaba en su propio mundo. La chica parecía angustiada, instintivamente se agarró uno de sus brazos y comenzó a rascarlo.

«Adrien...» era lo único que podía pensar entre su preocupación.

—Jul... vamos a casa, ¿podrías...?

—¿Explicártelo?

—Sí.

—Ya has visto casi todo, hay otras cosas, pero no puedo contártelas, lo siento.

—Pero...

—Sólo... espera a mañana, Adrien y Marinette te lo dirán todo, lo siento.

El chico suspiro, lamentablemente para él, Juleka había prometido no decir nada, así que no le quedaba de otra, tendría que esperar para poder enterarse de todo.

Rubio y azabache caminaban a paso lento. Un silencio asfixiante los rodeaba, inclusive los kwamis permanecían callados. Era una hermosa noche, las estrellas brillaban al igual que la gran luna, pero ahora mismo eran incapaces de disfrutarla. Ambos kwamis iban sobre los hombros de sus portadores, era una gran ventaja que no hubiera nadie en las calles a esa hora de la noche, ya que así no tenían que ocultarse.

—¿Por qué no vamos transformados...? —cuestiono Adrien.

—Si lo hiciéramos podríamos llamar la atención —se excusó ella, ciertamente quería alargar el tiempo que le restaba con su kwami, ya que no sabía lo que vendría—. No debiste hablarle del maestro, ni decirle tu identidad.

Eres Perfecta Para Mí (Adrileka)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora